Estudio de Mateo 9
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Capítulo 9
9.1 “Su ciudad” era Capernaum, una buena elección como base de operaciones.
Era una ciudad pudiente, dedicada a la pesca y al comercio. Situada en el Mar
de Galilea en un área densamente poblada, tenía una guarnición romana dedicada
a mantener la paz en la región. La ciudad era un centro cultural, y estaba
mayormente influenciada por las costumbres, modas, arquitectura y política
griegas y romanas.
9.2 Las primeras palabras que dijo Jesús al paralítico fueron: “Tus pecados
te son perdonados”. Luego lo sanó. Debemos tener cuidado en no concentrarnos
más en el poder de Dios para curar enfermedades físicas que en su poder para
perdonar enfermedades espirituales en forma de pecado. Jesús vio que aquel
hombre necesitaba sanidad espiritual además de sanidad física. La salud
espiritual sólo se obtiene con el toque sanador de Jesús.
9.2 Tanto el cuerpo como el espíritu de aquel hombre estaban paralizados:
no podía ni caminar ni reconocer a Jesús. Pero el estado espiritual de esta
persona fue lo que más preocupó a Jesús. Si Dios no nos cura o no sana a
alguien que amamos, debemos recordar que la sanidad física no es lo único que
le interesa a Cristo. Todos seremos sanados completamente cuando Cristo venga
en su Reino; pero primero debemos conocer a Cristo.
9.3 Blasfemia es afirmar uno que es Dios y decir que tiene las mismas
características de Dios. Los líderes religiosos notaron de inmediato que Jesús
afirmaba ser Dios. No entendían que Jesús es Dios y que tiene autoridad para
perdonar pecados y sanar.
9.5,6 Es fácil decir a alguien que sus pecados le son perdonados; ¡es mucho más
difícil sanar a un paralítico! Jesús se detuvo y proclamó sanidad a las piernas
del hombre. Esta acción demostró que sus palabras eran verdad: Él posee la
potestad de perdonar pecados así como la de sanar.
Hablar no cuesta, pero nuestras palabras pierden autoridad si nuestras acciones
no las respaldan. Podemos proclamar el amor de Dios a otros, pero si no tomamos
pasos concretos para manifestar ese amor, nuestras palabras serán vacías y sin
significado. ¿Cuán bien respalda con sus acciones lo que dice?
9.9 Mateo era un judío que los romanos habían empleado como cobrador de
impuestos de la zona. Cobraba impuestos de los ciudadanos como también de los
mercaderes que pasaban por el pueblo. Los cobradores de impuestos deducían una
comisión de lo cobrado, pero la mayoría cobraban de más y se enriquecían. Por
esta razón los judíos los odiaban. Tenían reputación de estafadores y de apoyar
a los romanos.
9.9 Cuando Jesús llamó a Mateo para que fuera uno de sus discípulos, Mateo
lo siguió de inmediato, dejando una carrera lucrativa. Si Dios lo llama a usted
para seguirle u obedecerle, ¿lo hace con el mismo desprendimiento de Mateo?
Algunas veces, la decisión de seguir a Cristo requiere cierta elección
dificultosa o dolorosa. Como Mateo, debemos dejar atrás las cosas que podrían
apartarnos de seguir a Cristo.
9.10-13 Al visitar a Mateo, Jesús dañaba su reputación. Mateo había estado
engañando a la gente pero Jesús lo encontró y lo cambió. No debemos temer
llegar a aquellos que tienen un estilo de vida diferente, porque el mensaje de
Dios puede cambiar a cualquiera.
9.11,12 Los fariseos trataban con frecuencia de atrapar a Jesús y pensaron que
su relación con esta “gente de baja vida” era la oportunidad perfecta. Se
preocupaban más de las apariencias de santidad que de ayudar a la gente, de
criticar más que de estimular, de la respetabilidad externa más que de la ayuda
práctica. Pero Dios está interesado en todos, incluyendo a los que son
pecadores y a los que sufren. ¡La vida cristiana no es contienda de
popularidad! Al seguir el ejemplo de Jesús, debiéramos anunciar las buenas
nuevas a los pobres, solitarios y repudiados, no solo a los buenos, talentosos
y populares.
9.14 Los
discípulos de Juan urgían al arrepentimiento del pecado y a la preparación para
la venida del Mesías. Los discípulos de Jesús no tenían la urgencia de preparar
a la gente para la venida del Mesías porque estaba con ellos. Jesús no condenó
el ayuno: Él mismo lo practicaba (Mateo 4.2). Enfatizó que debía hacerse por razones justas.
9.14 El mensaje de Juan el Bautista era duro y estaba centralizado en la
ley. Cuando la gente se fija en la ley de Dios y se compara con ella, se da
cuenta de cuánto le falta y de cuán necesario es que se arrepienta. El mensaje
de Jesús se centralizaba en la vida, el resultado de volverse del pecado e ir a
Él. Los discípulos de Juan arrancaron bien, pero necesitaban dar el paso
siguiente y confiar en Jesús. ¿Dónde está su centro de atención, en la ley o en
Cristo?
9.15 La llegada del reino de los cielos era como una fiesta de bodas en que
Jesús era el esposo. Sus discípulos, por esta razón, se regocijaban. No tenían
por qué estar de luto: el novio estaba presente.
9.17 En tiempos bíblicos el vino no se conservaba en botellas de vidrio sino
en pieles de cabras bien cosidas en los bordes para que no hubiera escape de
líquido. El vino nuevo, a medida que se iba fermentando, se expandía y estiraba
los odres. Una vez añejado el vino, no se agregaba más vino nuevo; si se hacía,
el odre ya estirado reventaba. Por eso el vino nuevo siempre se colocaba en
odres nuevos.
9.17 Jesús no vino para remendar el sistema religioso viejo del judaísmo con
sus normas y tradiciones. Si lo hubiera hecho, su mensaje hubiera peligrado. Su propósito fue traer algo nuevo que había sido profetizado por siglos. Este
mensaje nuevo, el evangelio, dice que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a la
tierra para ofrecer a todos el perdón de pecados y la restauración con Dios.
Este mensaje nuevo de fe y amor no encajaba en el rígido y antiguo sistema de
religión legalista. Requería un inicio fresco. El mensaje permanecerá siempre “nuevo”
porque debe ser aceptado y aplicado en cada generación. Cuando seguimos a
Cristo, debemos estar preparados para nuevas formas de vida, nuevas maneras de
mirar a la gente y nuevos métodos de servicio.
9.18 Marcos y Lucas llaman a este hombre jefe de la sinagoga e indican que
su nombre era Jairo (Marcos
5.22; Lucas 8.41). Como principal de la
sinagoga, tenía a su cargo la administración, lo que incluía velar por la
conservación del edificio, supervisar la adoración, conducir la escuela en días
laborables y hacer contacto con los rabinos para que dieran instrucción en el
día de reposo. Para recibir mayor información en cuanto a la sinagoga, véase la
nota a Marcos 1.21.
9.20-22 Esta mujer había sufrido por doce años de una hemorragia (tal vez un
desorden menstrual). Cuando estamos atravesando tiempos de desesperación, no
debemos preocuparnos de la forma en que nos allegamos a Dios. Como esta mujer,
podemos simplemente extender la mano con fe. Él nos responderá.
9.22 Dios cambió una situación que había sido problema por años. Como el
leproso y el hombre poseído por el demonio (véanse las notas a 8.3 y la segunda nota a 8.28), esta mujer enferma era considerada inmunda. Por doce años, había sido
una de las “intocables” y no había podido llevar una vida normal. Pero Jesús
operó el cambio y la restauró. Algunas veces somos tentados a rendirnos en
cuanto a personas o circunstancias que no han cambiado en años. Dios puede
cambiar lo que parece incambiable, dando vida nueva y esperanza.
9.23-26 El rabí de la sinagoga local no fue en busca de Jesús sino cuando su
hija ya había muerto. Ya era demasiado tarde para hacer algo. ¡Pero Jesús
simplemente se acercó a ella y la resucitó! En nuestras vidas, Cristo puede
cambiarlo todo cuando en apariencias ya es demasiado tarde. Puede reconciliar
matrimonios separados, librar de vicios, perdonar y cambiar vidas desechas. Si
en su situación parece que no hay esperanza, recuerde que Cristo puede hacer lo
imposible.
9.27 “Hijo de David” era una expresión común por medio de la cual se
identificaba a Jesús como el Mesías, porque se sabía que el Mesías sería
descendiente del rey David (Isaías
9.7). Esta es la primera vez que este título se usa en Mateo. Isaías 29.18; 35.5; 42.7 profetiza que Jesús podría dar vista a los ciegos.
9.27-30 Jesús no contestó con prontitud a la súplica de los ciegos. Esperó a
ver si tenían fe. No todo el que dice necesitar ayuda cree que Dios puede
ayudarlo. Jesús quizás esperó y cuestionó a aquellos hombres para enfatizar y
estimular su fe. Si usted tiene la impresión de que Dios es muy lento en
contestar sus oraciones, quizá esté siendo probado como aquellos ciegos. ¿Cree
usted que Dios puede ayudarle? ¿Quiere de veras su ayuda?
9.28 Aquellos ciegos eran perseverantes. Fueron directamente a la casa donde
Jesús estaba. Sabían que Él podría sanarlos y no permitieron que nada los
detuviera. Eso es fe. Si cree que Jesús es la respuesta a su necesidad, no
permita que nada ni nadie se interponga entre Él y usted.
9.30 Jesús pidió a la gente que no publicara sus obras de sanidad porque su
propósito no era que lo conocieran sólo como el que hace milagros. Curaba
porque tenía compasión de la gente, pero también quería ofrecer sanidad
espiritual a un mundo pecador y enfermo.
9.32 Mientras Jesús estuvo en la tierra, las fuerzas demoníacas parecían
estar muy activas. A pesar de que no estamos seguros del porqué ni cómo tiene
lugar la posesión demoníaca, origina problemas físicos y mentales. En este caso
motivó un problema físico: la persona no podía hablar. Obtenga mayor
información sobre los demonios y la posesión demoníaca en las notas a 8.28 y Marcos 1.23.
9.34 En el capítulo 9, los fariseos acusaron a Jesús de cuatro diferentes pecados: blasfemia,
amigarse con los marginados, impiedad y servir al demonio. Mateo muestra cómo
Jesús recibió calumnias de aquellos que debieran recibirlo con regocijo. ¿Por
qué hicieron esto los fariseos? (1) Jesús no tomaba en cuenta su autoridad
religiosa. (2) Su dominio de la gente se debilitaba. (3) Sus creencias
personales fueron cuestionadas. (4) Sus motivos hipócritas fueron denunciados.
9.34 Mientras los fariseos cuestionaban, discutían y criticaban a Jesús,
ante sus propios ojos la gente recibía sanidad y transformación de vida. El
escepticismo de los fariseos no estaba basado en falta de evidencias sino en el
celo por la popularidad de Jesús.
9.35 Las buenas nuevas acerca del Reino era que el prometido y tan esperado
Mesías había llegado. Su poder para sanar era señal de que sus enseñanzas eran
verdaderas.
9.35–38 Jesús necesitaba obreros que supieran enfrentar los problemas de la gente.
Podemos tranquilizar a otros y mostrarles cómo vivir porque Dios y sus obreros
nos han ayudado en nuestros problemas (2 Corintios 1.3–7).
9.36 También Ezequiel había comparado a Israel a ovejas sin pastor (Ezequiel 34.5, 6). Jesús vino a ser el Pastor, el único que podía mostrar a la gente
cómo evitar los errores de la vida (véase Juan 10.14).
9.37,38 Jesús al ver las multitudes que lo seguían se refirió a ellas como un
campo listo para la siega. Mucha gente está lista para dar su vida a Cristo si
alguien le muestra el camino. Jesús nos manda que oremos por la necesidad que
existe de más obreros. Con frecuencia, cuando oramos por algo, Dios responde
nuestras oraciones usándonos. Prepárese: Dios va a usarlo para que señale el
camino a otro.