Estudio de Mateo 20

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Capítulo 20
20.1ss Jesús clarificó con amplitud las reglas de membresía del reino de los cielos: solo se ingresa en él por la gracia de Dios. En esta parábola, Dios es el dueño de la finca y los creyentes son los obreros. Esta parábola estuvo dirigida a los que se sentían superiores por alcurnia o posición económica, a los que se sentían superiores porque habían invertido mucho tiempo con Cristo, y a los nuevos creyentes como reafirmación de la gracia de Dios.
20.15 Esta parábola no tiene que ver con recompensas sino con la salvación. Enfatiza la gracia, la generosidad de Dios. No debemos envidiar a los que se vuelven a Dios en los momentos finales de la vida porque al fin y al cabo nadie merece vida eterna. Mucha gente que no esperamos ver en el Reino puede estar allí. El ladrón que se arrepintió mientras agonizaba (Lucas 23.40–43) estará allí junto con la persona que creyó y sirvió a Dios por muchos años. ¿Se siente usted resentido por la gracia que Dios manifiesta al aceptar a los despreciados, repudiados y pecadores que se han vuelto a Dios en busca de perdón? ¿Está celoso de lo que Dios le ha dado a otra persona? En lugar de hacerlo, piense en los beneficios de la gracia de Dios que le alcanzaron a usted y esté agradecido por lo que tiene.
20.17–19 Jesús predijo su muerte y resurrección por tercera vez (véanse 16.11 y 17.22, 23 donde aparecen las otras dos veces). Pero los discípulos no lo entendieron. Siguieron discutiendo acerca de la posición que ocuparían en el reino de Cristo (20.20–28).
20.20 La madre de Santiago y Juan fue a Jesús y “postrándose” le pidió un favor. Adoró a Dios, pero su verdadero motivo era pedirle algo a Él. Esto sucede muy a menudo en nuestras iglesias y en nuestras vidas. Jugamos juegos religiosos, esperando a cambio que Dios nos dé algo. La verdadera adoración, sin embargo, viene como consecuencia de lo que Él es y ha hecho.
20.20 La madre de Santiago y Juan le pidió a Jesús que diera a sus hijos un cargo especial en su Reino. Los padres naturalmente quieren ver a sus hijos subir de categoría, pero este deseo puede llevarlos a perder de vista la voluntad de Dios para sus hijos. Dios puede tener una ocupación distinta para ellos, tal vez no tan fascinante pero igual en importancia. Los deseos de los padres de que sus hijos asciendan deben ser puestos en oración para que Dios haga su voluntad en la vida de ellos.
20.20 De acuerdo al 27.56, la madre de Santiago y Juan estuvo al pie de la cruz cuando Jesús fue crucificado. Algunos han sugerido que era hermana de María, la madre de Jesús. Quizás por ese parentesco ella no tuvo pena en interceder a favor de sus hijos.
20.22 Santiago, Juan y su madre fallaron en la interpretación de la enseñanza previa de Jesús relacionada con las recompensas (19.16–30) y la vida eterna (20.1–16). Se equivocaron en su comprensión del sufrimiento que enfrentarían antes de vivir en gloria en el Reino de Dios. El vaso terrible era el sufrimiento y la crucifixión que Cristo enfrentaría. Tanto Santiago como Juan harían frente a grandes sufrimientos. Santiago moriría por su fe y Juan sería desterrado.
20.23 Jesús estaba afirmando que estaba bajo la autoridad del Padre, el que toma las decisiones en cuanto al liderazgo en el cielo. Dichas recompensas no se otorgan como favor. Son para quienes mantienen su entrega a Jesús a pesar de las severas pruebas que les toque enfrentar.
20.24 Los otros discípulos estaban molestos porque Santiago y Juan trataban de acaparar los puestos de privilegio. Todos los discípulos querían ser el más importante (18.1), pero Jesús les enseñó que la persona más importante en el Reino de Dios es el servidor de todos. La autoridad se delega no para que seamos más importantes, ambiciosos o respetados, sino para ser útiles en el servicio a Dios y su creación.
PREPARACIÓN PARA LA ENTRADA TRIUNFAL
En su camino a Jericó, Jesús y sus discípulos se acercaron a la aldea de Betfagé, en la falda del Monte de los Olivos, en las afueras de Jerusalén. Dos discípulos fueron a la aldea, tal como Jesús les dijo, para traer una asna y un pollino. Jesús entró en Jerusalén montado en el pollino, como una señal inequívoca de su realeza.
20.27 Jesús describió el liderazgo desde una nueva perspectiva. En lugar de aprovecharnos de la gente, debemos servirla. El propósito de Jesús en su vida fue servir y morir por los demás. Un verdadero líder posee un corazón de siervo. Aprecia el valor de los demás y toma en cuenta que no está cumpliendo una tarea superior. Si ve que hay que hacer algo, no espere que se lo pidan. Tome la iniciativa y hágalo como lo haría un siervo fiel.
20.28 Un rescate era el precio que se pagaba para librar a un esclavo. Jesús dijo con frecuencia a sus discípulos que debía morir y aquí les dice por qué: para redimirnos de la esclavitud del pecado y de la muerte. Los discípulos pensaban que vivo podría salvarlos. Pero Jesús manifestó que sólo su muerte podría salvarlos a ellos y a todo el mundo.
20.29-34 Mateo manifiesta que eran dos ciegos, mientras que Marcos y Lucas se refieren sólo a uno. Probablemente se referían al mismo acontecimiento pero Marcos y Lucas particularizaron a uno de ellos, el que hablaba.
20.30 Los ciegos llamaron a Jesús “Hijo del rey David” porque los judíos sabían que el Mesías sería un descendiente del rey David (véanse Isaías 9.6, 7; 11.1; Jeremías 23.5, 6). Aquel pobre mendigo ciego pudo ver que Jesús era el tan esperado Mesías, mientras que los líderes religiosos que fueron testigos de los milagros de Jesús permanecieron ciegos a su identidad, no abrieron sus ojos a la verdad. Ver con los ojos no garantiza ver con el corazón.

20.32, 33 A pesar de que Jesús estaba preocupado por los acontecimientos que se avecinaban en Jerusalén, al detenerse a ayudar a aquellos ciegos puso en práctica lo que había dicho a sus discípulos acerca del servicio (20.28).