Estudio de Mateo 17
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Capítulo
17
17.1ss La
transfiguración fue un vislumbre de la gloria del Rey (16.27, 28). Fue una revelación especial de la divinidad de Jesús a tres de los
discípulos y una ratificación divina de Dios de todo lo que Jesús había
realizado y estaba por realizar.
17.3–5 Moisés y
Elías fueron dos de los más grandes profetas en el Antiguo Testamento. Moisés
representa la Ley. Escribió el Pentateuco y predijo la venida de un gran
profeta (Deuteronomio 18.15–19). Elías
representa a los profetas que anunciaron la venida del Mesías (Malaquías 4.5, 6). La presencia de ambos con Jesús confirma su misión mesiánica: cumplir
la ley de Dios y las palabras de los profetas de Dios. De igual forma como la
voz de Dios en las nubes sobre el monte Sinaí dieron autoridad a la ley (Éxodo 19.9), la voz de Dios en la
transfiguración dio autoridad a las palabras de Jesús.
17.4 Pedro
quiso construir tres refugios para que aquellos tres hombres sobresalientes se
quedaran. Sin embargo, no era hora de actuar, sino de alabar y adorar. Pedro
quería prologar el momento, pero debía aprender y avanzar. Había percibido a
Cristo como igual a los demás, pero Cristo es infinitamente mayor y uno no
puede igualarlo con nadie.
17.5 Jesús es
más que un simple líder famoso, más que un buen ejemplo, una buena influencia o
un gran profeta. Él es nada menos que el Hijo de Dios. Cuando usted percibe
esta verdad profunda, la única respuesta adecuada es la adoración. Cuando
comprenda bien quién es Cristo, querrá obedecerle.
17.9 Jesús
dijo a Pedro, Santiago y Juan que no debían contar lo que vieron hasta después
de su resurrección, porque sabía que no lo habían comprendido totalmente y en
consecuencia no lo podrían explicar. Sus preguntas (17.10ss) indican que no habían comprendido. Sabían que era el Mesías, pero
tenían mucho más que aprender acerca del significado de su muerte y
resurrección.
17.10, 12 Basado en Malaquías 4.5, 6 los maestros de la ley del Antiguo Testamento creían que Elías debía
aparecer antes que el Mesías. Jesús se refería a Juan el Bautista, no a Elías
el profeta del Antiguo Testamento. Juan el Bautista, asumiendo el rol profético
de Elías, confrontó en forma audaz el pecado y condujo a la gente hacia Dios.
Malaquías mucho antes había profetizado que un profeta similar a Elías vendría
(Malaquías 4.5).
17.17 A los
discípulos se les había dado autoridad para sanar, pero no habían aprendido aún
cómo apropiarse del poder de Dios. La frustración de Jesús estaba dirigida a la
generación incrédula e indiferente. Sus discípulos, en esta instancia, eran un
mero reflejo de esa actitud. El propósito de Jesús no fue criticar a los
discípulos sino estimularlos a que ejercieran la fe.
17.17-20 Los discípulos fueron incapaces de echar fuera a aquel demonio, y por
eso le pidieron a Jesús una explicación. Este se refirió a su falta de fe. Es
el poder de Dios, y no nuestra fe, lo que mueve montañas, pero la fe debe estar
presente. La semilla de mostaza es más pequeña de lo que uno se puede imaginar.
Una fe pequeña o sin desarrollo hubiera sido suficiente. Tal vez ellos
procuraron sacar al demonio con su propia capacidad en lugar de hacerlo con el
poder de Dios. Hay un gran poder aún en una fe pequeña cuando Dios está con
nosotros. Si nos sentimos débiles o incapaces como cristianos, debiéramos
examinar nuestra fe, asegurándonos de que no estamos confiando en nuestra
propia capacidad para obtener resultados sino en la de Dios.
17.20 Jesús no
condenó a los discípulos por su falta de fe, sino que les mostró cuán
importante sería la fe en su ministerio futuro. Si usted está enfrentando un
problema que parece grande e inconmovible como una montaña, deje de mirar la
montaña y busque más a Cristo con fe. Sólo así su obra para Él será útil y
vibrante.
17.22, 23 Una vez más Jesús predijo su muerte (véase 16.21), pero aún más importante, fue que se hablara de su resurrección.
Desafortunadamente, los discípulos sólo oyeron la primera parte de las palabras
de Jesús y llegaron a desalentarse. No entendieron por qué Jesús quiso volver a
Jerusalén, al centro del conflicto.
Los discípulos no entendieron totalmente el propósito de la muerte y resurrección de Jesús hasta el Pentecostés (Hechos 2). No debiéramos recriminarnos por ser lentos para entender lo referente a Jesús. Después de todo, los discípulos estuvieron con Él, vieron sus milagros, oyeron sus palabras y aún así tuvieron dificultad para comprender. Más allá de sus preguntas o dudas, sin embargo, ellos seguían creyendo. Nosotros no podemos hacer menos.
Los discípulos no entendieron totalmente el propósito de la muerte y resurrección de Jesús hasta el Pentecostés (Hechos 2). No debiéramos recriminarnos por ser lentos para entender lo referente a Jesús. Después de todo, los discípulos estuvieron con Él, vieron sus milagros, oyeron sus palabras y aún así tuvieron dificultad para comprender. Más allá de sus preguntas o dudas, sin embargo, ellos seguían creyendo. Nosotros no podemos hacer menos.
17.22,23 Los discípulos no entendían por qué Jesús seguía refiriéndose a su
muerte, si ellos esperaban que Él estableciera un reino político. La muerte del
Señor terminaría con sus esperanzas. No sospechaban que la muerte y
resurrección de Jesús haría posible su Reino.
17.24 Todos
los varones judíos tenían que pagar un impuesto al templo para cubrir los
gastos de mantenimiento (Éxodo
30.11–16). Sólo Mateo registra este incidente, quizá porque él había sido un
cobrador de impuestos.
17.24-27 Como de costumbre, Pedro contestó una pregunta sin saber de veras la
respuesta, poniendo a Jesús y a los discípulos en una situación incómoda. Jesús
usó esta experiencia, sin embargo, para enfatizar su rol soberano. Así como los
reyes no pagan impuestos ni cobran impuestos de sus familias, Jesús, el Rey, no
debía nada. Pero Jesús proveyó para el pago de los impuestos en favor suyo y de
Pedro para no ofender a los que no entendían su reino. Cristo le mostró dónde
obtener el dinero, pero Pedro tuvo que ir a buscarlo. Entendemos que todo viene
de Dios, pero Él quiere que participemos en el proceso.
17.24–27 Como pueblo de Dios, somos extranjeros en la tierra
porque nuestra fidelidad es siempre a nuestro Rey soberano: Jesús. Sin embargo,
tenemos que cooperar con las autoridades y la ciudadanía responsable. Un
embajador al estar en otro país respeta las leyes locales a fin de representar
bien al que lo envió. Somos embajadores de Cristo (2 Corintios 5.20). ¿Es usted un buen embajador de Él en este mundo?