Estudio de Mateo 26

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Capítulo 26
26.3 Caifás fue el sumo sacerdote que gobernó durante el ministerio de Jesús. Era yerno de Anás, el sumo sacerdote anterior. El gobierno romano había asumido el proceso de nombrar todos los líderes políticos y religiosos. Caifás sirvió por dieciocho años, mucho más que otros sumo sacerdotes, lo que sugiere que colaboraba bien con los romanos. Fue el primero en recomendar la muerte de Jesús a fin de “salvar” la nación (Juan 11.49, 50).
26.3-5 Este fue un complot deliberado para dar muerte a Jesús. Sin esta conspiración, no hubiera habido sentimiento popular en contra de Él. Es más, la popularidad de Jesús era tanta que los líderes religiosos temían arrestarlo durante la Pascua. No querían que sus acciones incitaran un motín.
26.6-13 Mateo y Marcos ubican este hecho antes de la Última Cena, mientras que Juan lo hace una semana antes, casi antes de la Entrada Triunfal. De los tres, Juan ubica este acontecimiento en el orden cronológico más probable. Debemos recordar que el propósito principal de los escritores de los Evangelios fue dar un informe exacto del mensaje de Jesús, no presentar una relación cronológica exacta de su vida. Mateo y Marcos pudieron haber optado por ubicar este acontecimiento aquí para hacer un contraste con la devoción completa de María y la traición de Judas, los próximos acontecimientos en ambos Evangelios.
26.7 Esta mujer era María, la hermana de Marta y Lázaro, la que vivió en Betania (Juan 12.1–3). El vaso de alabastro era tallado a partir de un yeso traslúcido. Se usaba para guardar aceites perfumados.
26.8 Los discípulos estaban indignados pero el Evangelio de Juan hace una alusión especial a Judas Iscariote (Juan 12.4).
26.11 Jesús se refiere a Deuteronomio 15.11 que dice: “No faltarán menesterosos en medio de la tierra”. Esta no es una justificación para olvidarnos de la necesidad de los pobres. Las Escrituras siempre nos hacen un llamado a cuidar de los necesitados. El pasaje de Deuteronomio continúa: “Por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra”. Pero Jesús lo dijo para hacer notar el sacrificio especial que María hizo en su favor.
26.14, 15 ¿Por qué decidió Judas traicionar a Jesús? Judas, como los otros discípulos, esperaban que Jesús iniciara una rebelión política y echara a los romanos. Como tesorero, seguramente esperaba (como lo hicieron los otros discípulos; véase Marcos 10.35–37) que le sería dada una posición importante en el nuevo gobierno de Jesús. Pero cuando Jesús encomió a María por haber derramado el perfume, equivalente en precio a un salario anual, Judas pudo haber deducido que el reino de Jesús no era físico o político sino espiritual. Sus ansias de dinero y posición social no podrían hacerse realidad si seguía a Jesús, de manera que lo traicionó a cambio de dinero y el favor de los líderes religiosos.
26.15 Solo Mateo narra la cantidad exacta del dinero que Judas recibió por vender a Jesús: treinta piezas de plata, el precio de un esclavo (Éxodo 21.32). Los líderes religiosos habían planeado esperar hasta después de la Pascua para apresar a Jesús, pero la oferta inesperada de Judas aceleró sus planes.
26.17 La Pascua abarcaba una noche y una cena, pero la Fiesta de los Panes sin Levadura, que se celebraba simultáneamente, seguía por una semana más. La gente sacaba toda la levadura de sus hogares en conmemoración del día en que sus antepasados salieron de Egipto y no tuvieron tiempo para que la masa del pan se leudara. Miles de personas se daban cita en Jerusalén de diferentes partes del Imperio Romano. Si desea más informacióncerca de la forma en que se celebraba la Pascua, véanse las notas a Marcos 14.1 y a Éxodo 12.
26.26 Cada nombre que damos a este sacramento expresa una dimensión diferente. Es la cena del Señor porque conmemora la cena que tuvo Jesús con sus discípulos; es la eucaristía (acción de gracias) porque en ella agradecemos a Dios por la obra de Cristo realizada a nuestro favor; es Comunión porque por medio de ella comulgamos con Dios y con otros creyentes. Al comer el pan y beber el vino, con toda seriedad recordamos la muerte de Jesús y su promesa de regresar; damos gracias por el maravilloso regalo de Dios, y nos regocijamos al reunirnos con Cristo y su cuerpo de creyentes.
26.28 ¿Cómo sella la sangre de Cristo el nuevo pacto? Las personas que estaban bajo el viejo pacto (los que vivieron antes de Jesús) podían acercarse a Dios sólo a través del sacerdote y un sacrificio animal. Ahora todos pueden venir directamente a Dios por medio de la fe porque la muerte de Jesús nos ha hecho aceptos ante sus ojos (Romanos 3.21–24).
El viejo pacto fue una figura del nuevo (
Jeremías 31.31; Hebreos 8.11ss), y apuntaba al día en que Jesús sería el último y final sacrificio por el pecado. En lugar de un cordero sin mancha sobre el altar, el Cordero perfecto fue levantado en la cruz. Como era un sacrificio sin pecado, todos nuestros pecados pueden ser perdonados una vez y para siempre. Todos los que creen en Él reciben ese perdón.
26.29 Una vez más Jesús hablaba a sus discípulos de su victoria sobre la muerte y del futuro de ellos con Él. Las siguientes horas traerían una aparente derrota, pero pronto experimentarían el poder del Espíritu Santo y serían testigos del fantástico esparcimiento del mensaje del evangelio. Y un día, todos estarían juntos otra vez en el nuevo Reino de Dios.
26.30 Es posible que el himno que cantaron los discípulos se tomó de los Salmos 115–118, salmos tradicionales que se cantaban como parte de la cena de Pascua.
26.35 Todos los discípulos manifestaron que estaban dispuestos a morir antes que abandonarlo. Pocas horas más tarde, sin embargo, huyeron. Hablar es fácil. Es sencillo decir que somos seguidores de Cristo pero nuestras declaraciones son solo significativas cuando se prueban en el crisol de la persecución. ¿Cuán sólida es nuestra fe? ¿Tiene suficiente firmeza para resistir una prueba intensa?
26.37, 38 Jesús sufría pensando en el dolor físico que se avecinaba, en que se separaría del Padre y moriría por los pecados del mundo. El curso divino había sido establecido, pero en su naturaleza humana todavía batallaba (Hebreos 5.7–9). Por causa de la angustia que Él sufrió, puede entender nuestro sufrimiento. Su fuerza para obedecer vino de la relación con Dios el Padre, el que es también la fuente de nuestra fortaleza (Juan 17.11, 15, 16, 21, 26).
VISITA A BETANIA
Cronológicamente, los hechos de Mateo 26.6–13 preceden a los de 21.1ss. En el 20.29, Jesús dejó Jericó, para ir a Jerusalén. Luego llegó a Betania, donde una mujer lo ungió. De allí pasó a Betfagé donde envió a dos discípulos para conseguir un pollino en el que entraría en Jerusalén.
26.39 Jesús no se rebelaba contra la voluntad de su Padre cuando pidió que, si era posible, lo librara de la copa. Al contrario, reiteró su deseo de que se hiciera la voluntad de Dios al decir: “Pero no sea como yo quiero, sino como tú”. Su oración nos revela su terrible sufrimiento. Su agonía fue peor que la muerte ya que tuvo que pagar personalmente por todos los pecados y experimentar la separación de Dios. El Hijo de Dios inmaculado tomó nuestros pecados para salvarnos del sufrimiento y la separación.
26.39 En tiempos de sufrimiento a veces nos gustaría ver el futuro, o entender el porqué de nuestra angustia. Jesús sabía lo que le esperaba, y sabía por qué. Con todo, su batalla fue intensa, más dislocadora que cualquier otra batalla anterior. ¿Qué se necesita para poder decir: “Hágase tu voluntdad.” Se necesita confianza en los planes de Dios, oración y obediencia en cada paso del camino.
26.40,41 Jesús usó la somnolencia de Pedro para ponerle al tanto de las tentaciones que muy pronto enfrentaría. La mejor manera de superar las tentaciones es estar alerta y orar. Estar alerta es estar conscientes de las posibilidades de tentación, ser sensibles a las sutilezas y estar equipados para la batalla. Porque la tentación ataca por donde somos más vulnerables, no la podemos resistir solos. La oración es esencial porque nos fortalece para contrarrestar el poder de Satanás.
26.48 Judas había dicho que debían arrestar al hombre a quien él saludara. El arresto no lo hacían soldados romanos bajo la ley romana, sino los líderes religiosos. Judas identificó a Jesús no porque fuera difícil de reconocer, sino porque había aceptado ser el acusador formal en caso de que fuera llamado a juicio. Judas supo conducirlos a uno de los lugares de retiro de Jesús donde no hubiera personas que interfirieran con el arresto.
26.51–53 El hombre que le cortó la oreja al siervo fue Pedro (Juan 18.10). Pedro trató de impedir lo que para él era una derrota. No concebía que Jesús tuviera que morir para obtener la victoria. Pero Jesús demostró que su entrega a la voluntad de Dios era perfecta. Su Reino no sería promovido con espadas sino con fe y obediencia.
26.55 A pesar de que los líderes religiosos pudieron haber arrestado a Jesús en cualquier momento, fueron de noche porque temían a la gente que le seguía cada día (véase 26.5).
26.56 Pocas horas antes, aquellos hombres habían declarado que preferían morir antes que abandonar a su Señor (véase la nota a 26.35).
LA CENA DE PASCUA Y EL GETSEMANÍ
Jesús, quien pronto sería el último Cordero pascual, comió la cena tradicional de Pascua con sus discípulos en el aposento alto de una casa en Jerusalén. Durante la comida se sirvieron el vino y el pan, que serían los elementos de la comunión futura y luego se trasladaron al huerto de Getsemaní, en el Monte de los Olivos.
26.57 Al anochecer, Anás (sumo sacerdote anterior y suegro de Caifás) interrogó a Jesús. Luego lo envió al hogar de Caifás para ser interrogado (Juan 18.12–24). Debido a su prisa por completar el juicio y ver a Jesús morir antes del sábado, menos de veinticuatro horas, los líderes religiosos se reunieron de noche en la casa de Caifás, para no esperar la luz del día y reunirse en el templo.
26.59 Este concilio, también llamado Sanedrín, era el cuerpo político y religioso más poderoso del pueblo judío. A pesar de que los romanos gobernaban a Israel, daban poder a la gente para tratar disputas religiosas y civiles, de modo que el Sanedrín tomaba muchas decisiones locales que afectaban la vida diaria. Pero la pena de muerte tenía que ser aprobada por los romanos (Juan 18.31).
26.64 Jesús dio a conocer su realeza abiertamente. Al decir que era el Hijo del Hombre, estaba afirmando que era el Mesias, como todos los presentes se dieron cuenta. Él sabía que su declaración sería motivo de conflicto, pero no se atemorizó. Estaba tranquilo, decidido y firme.26.60, 61 El Sanedrín procuró conseguir testigos que distorsionaran algunas de las enseñanzas de Jesús. Al fin encontraron a dos que lo hicieron en relación a las palabras de Jesús sobre el templo (véase Juan 2.19). Estos afirmaron que Jesús había dicho que destruiría el templo, lo que era una jactancia blasfema. Lo que en realidad Jesús dijo fue: “Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré”. Jesús, por supuesto, estaba hablando de su cuerpo, no del edificio. Y lo cierto era que los líderes religiosos estaban a punto de destruir el cuerpo de Jesús tal, como Él lo había manifestado, y que luego de tres días resucitaría.
26.65, 66 El sumo sacerdote acusó a Jesús de blasfemo: ¡estaba diciendo que era Dios! Para los judíos, era un delito que se pagaba con la vida (Levítico 24.16). Los líderes religiosos ni se detuvieron a pensar que las palabras de Jesús pudieran ser ciertas. Habían decidido oponerse a Jesús, y al hacerlo sellaron su suerte y la de ellos. Al igual que el tribunal judío, usted debe juzgar si las palabras de Jesús son blasfemias o verdad. Las consecuencias del juicio que emita son eternas.
JUICIO DE JESÚS
Después que Judas contribuyó al arresto, la turba llevó a Jesús primero ante Caifás, el sumo sacerdote. Este juicio, una burla de justicia, finalizó al amanecer con la decisión de darle muerte, pero los judíos necesitaban el permiso de Roma para aplicar la sentencia. A Jesús lo llevaron ante Pilato (quien quizás se hallaba en la Torre Antonia), luego a Herodes (Lucas 23.5–12) y volvió a Pilato que lo sentenció a muerte.
26.69ss Hubo tres etapas en la negación de Pedro. Primero actuó como confuso y trató de desviar el tema. Segundo, negó a Jesús con juramento. Tercero, se puso a maldecir y a jurar. Los creyentes que niegan a Cristo a veces empiezan negándolo sutilmente o fingiendo no conocerle. Cuando se presenta la oportunidad de hablar de religión, se retiran o fingen que no saben lo que preguntan. Si los presionan un poco más, puede que se sientan empujados a negar de plano la relación que tienen con Cristo. Si te sorprendes cambiando de conversación para no hablar de Cristo, cuidado. Puedes estar a punto de negarlo.

26.72-74 Que Pedro haya negado a Cristo con un juramento y maldición no significa que haya empleado palabras injuriosas. Esta era la clase de juramento que uno hacía en el tribunal. Pedro juraba no conocer a Jesús y estaba invocando que se le aplicara un castigo en caso de que sus palabras fueran falsas. En otras palabras estaba diciendo: “Que Dios me mate si no estoy diciendo la verdad”.