Estudio de Mateo 10
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Capítulo 10
10.1 Jesús llamó a sus discípulos. No los presionó, ni los forzó ni les
pidió que fueran voluntarios. Ser llamado significa ser elegido para servir a
Cristo en una forma especial. Si usted lo conoce de veras, no puede hacer otra
cosa. Cristo nos llama hoy. Él no nos tuerce el brazo ni nos obliga a actuar en
contra de nuestra voluntad. Podemos elegir unirnos a Él o quedarnos atrás.
Cristo lo está llamando a usted para que lo siga. ¿Responde a su llamado?
10.2-4 La lista de los doce discípulos de Jesús no nos proporciona muchos
detalles, tal vez porque no eran muy impresionantes. Jesús llamó a personas que
estaban de diferentes oficios: pescadores, activistas políticos, recaudadores
de impuestos. Llamó a hombres comunes y a líderes; ricos y pobres; educados y
analfabetos. Hoy, muchas personas piensan que solo cierto tipo de persona es
digna de seguir a Cristo, pero esa no fue la actitud del Maestro. Dios puede
usar a cualquiera por insignificante que parezca. Él usa personas ordinarias
para llevar a cabo su obra extraordinaria.
10.4 En esta lista, Bartolomé es quizás Natanael el que aparece en Juan 1.45–51. Tadeo es además conocido
como Judas, hijo de Santiago. Los discípulos también son dados a conocer en Marcos 3.16–19; Lucas 6.14–16; y Hechos 1.14.
10.4 Simón el cananista era zelote. Los zelotes eran un partido político
radical que luchaba por librar a Israel del yugo romano.
10.5, 6 ¿Por qué Jesús no envió a los discípulos a los gentiles o a los
samaritanos? Un gentil es uno que no es judío. Los samaritanos eran una raza
que tuvo su origen en el matrimonio entre judíos y gentiles, después de las
cautividades en el Antiguo Testamento (véase 2 Reyes 17.24). Jesús pidió a sus
discípulos que fueran sólo a los judíos porque Él vino primero a los
judíos. Dios había elegido a los judíos para que hablaran de Él ante el mundo.
Y eso es lo que en realidad sucedió: discípulos y apóstoles judíos predicaron
las buenas nuevas del Cristo resucitado en todo el Imperio Romano y muy pronto
los gentiles se añadieron a la Iglesia. La Biblia enseña con claridad que el
mensaje de salvación de Dios es para todos, sin importar raza, sexo ni
nacionalidad (Génesis 12.3; Isaías 25.6; 56.3–7; Malaquías 1.11; Hechos 10.34, 35; Romanos 3.29, 30; Gálatas 3.28).
10.7 Los judíos estaban esperando que el Mesías estableciera su reino.
Esperaban un reino político y militar que los libertara del gobierno romano y
que los hiciera volver a los días de gloria bajo el reinado de David y Salomón.
Pero Jesús hablaba de un reino espiritual. Las buenas nuevas de hoy es que el
Reino todavía está cerca. Jesús, el Mesías, ya empezó a reinar en la tierra en
el corazón de sus seguidores. Un día su reinado será total. Luego el maligno
será destruido y todos viviremos en paz.
10.8 Jesús enseñó a sus discípulos un principio que debía guiarlos al salir
a predicar: “De gracia recibisteis, dad de gracia”. Como Dios ha derramado sus
bendiciones sobre nosotros, debemos dar a otros con generosidad nuestro tiempo,
amor y posesiones.
10.10 Jesús dice que los siervos de Dios deben ser objeto de cuidado; los
discípulos debían esperar alimentos y amparo a cambio del servicio espiritual
que ofrecían. ¿Quién lo ayuda a usted espiritualmente? Vele siempre por los
pastores, misioneros y maestros que sirven a Dios al servirlo a usted (véase 1 Corintios 9.9, 10 y 1 Timoteo 5.17).
10.10 En la narración de Marcos (6.8) dice que deben llevar bordón, y en Mateo y Lucas (9.3) dice que no. Jesús pudo haber querido decir que no llevaran un par
extra de sandalias, ni bastón ni bolsa. Sea como fuere, el principio era que
debían salir, listos para la tarea y para el viaje, sin trabas por el exceso de
bienes materiales.
10.14 ¿Por qué dijo Jesús que debían sacudirse el polvo de los pies si una
ciudad u hogar no los recibía? Cuando los judíos piadosos salían de las
ciudades gentiles, con frecuencia se sacudían el polvo de los pies para mostrar
su separación de las prácticas gentiles. Si los discípulos se sacudían de los
pies el polvo de un pueblo judío, indicaban que se separaban de los judíos que
habían rechazado a su Mesías. Este gesto demostraba a la gente que estaban
eligiendo mal, que la oportunidad para escoger a Cristo no se presentaría otra
vez. ¿Es usted receptivo a la enseñanza de Dios? Si no sigue el impulso del
Espíritu, puede que no vuelva a tener otra oportunidad.
10.15 Las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas por fuego del cielo
a causa de la maldad de sus moradores (Génesis 19.24, 25). Jesús dijo que el castigo de los que rechazan las buenas nuevas sería
mayor que el de aquellas ciudades que fueron destruidas sin haber oído ese
mensaje.
10.16 En su oposición al evangelio, los fariseos serían como lobos rapaces.
La única esperanza de los discípulos sería buscar protección en su Pastor.
Nosotros podemos ser confrontados con una hostilidad similar. Así como los
discípulos, no debemos tener una actitud apocada, sino una actitud sensible y
prudente. No debemos ser crédulos, pero tampoco entrar en confabulaciones.
10.17, 18 Más tarde los discípulos experimentarían estas dificultades (Hechos 5.40; 12.1–3), no sólo con los de afuera (gobiernos, tribunales), sino también con
los de adentro (amigos, familia) (10.21). Vivir por Dios con frecuencia trae consigo persecución pero con ella
viene la oportunidad de anunciar las buenas nuevas de salvación. En medio de la
persecución, podemos actuar con confianza porque Jesús ha vencido al mundo (Juan 16.33). Y el que “persevere
hasta el fin, éste será salvo” (10.22).
10.19, 20 Jesús dijo a sus discípulos que cuando fueran arrestados por predicar
el evangelio, no se preocuparan de lo que deben decir en su defensa: el
Espíritu de Dios hablaría por medio de ellos. Esta predicción se cumplió en Hechos 4.8–14 y se cumple en todo lugar.
Algunos piensan que esto significa que no tenemos que prepararnos para
presentar el evangelio porque Dios se encarga de todo. Las Escrituras enseñan,
sin embargo, que debemos presentar declaraciones bien pensadas y cuidadosamente
preparadas (Colosenses 4.6). Jesús
no dice que no debemos prepararnos, sino que no debemos preocuparnos.
10.22 Permanecer hasta el fin no es la manera de alcanzar la salvación sino
la evidencia de que uno se ha entregado de veras a Jesús. La persistencia no es
un medio de asegurar nuestra salvación, sino el resultado de una vida rendida
al Señor.
10.23 Cristo advirtió a sus discípulos que debían evitar el martirio
prematuro. Debían irse antes de que la persecución fuera demasiado grande.
Tenemos mucho por hacer y muchas personas por alcanzar. Nuestro trabajo no
terminará hasta que Cristo regrese. Y sólo después de que Él regrese el mundo
descubrirá realmente quién es Él (véase Mateo 24.14; Romanos 14.9–12).
10.25 Beelzebú es también conocido como la potestad de los aires y príncipe
de los demonios. Los fariseos acusaron a Jesús de valerse del poder de Beelzebú
para expulsar demonios (véase 12.24). Algunas veces lo bueno es rotulado como malo. Si a Jesús, que es
perfecto, lo llamaron malo, sus seguidores pueden esperar acusaciones
similares. Pero los que permanecen firmes serán vindicados (10.22).
10.29–31 Jesús dice que Dios cuida de los pajarillos y nosotros somos mucho más
importantes para Dios que cualquier ave. Tan valiosos somos que Dios envió a su
único Hijo a morir por nosotros (Juan 3.16). Usted es de gran valor para Dios. Usted nunca se ha extraviado en el
inventario de Dios. Por tanto, no hay que temer las afrentas ni las
aflicciones. Estas jamás podrán separarnos del amor de Dios, ni desalojar al
Espíritu de Dios que mora en nosotros. Pero no piense que por ser valioso Dios
va a librarle de todos sus problemas (véase 10.16). La calidad se demuestra con el uso, el mal trato y el abuso diario.
Los que son fieles a Cristo a pesar de sus problemas son personas de verdadero
valor y recibirán grandes recompensas (véase 5.11, 12).
10.34 Jesús no vino a traer la paz que brilla sobre diferencias profundas
sólo por dar armonía superficial. Los conflictos y el desacuerdo se levantarán
entre aquellos que escogen seguir a Cristo y aquellos que no lo hacen. Sin
embargo, podemos divisar el día cuando todos los conflictos serán resueltos.
Para más información sobre Jesús como pacificador véanse Isaías 9.6; Mateo 5.9; Juan 14.27.
10.34-39 La dedicación cristiana puede alejarnos de amigos y seres queridos. Al
decir esto, Jesús no estaba alentando la desobediencia a los padres ni los
conflictos en el hogar. Estaba afirmando que su presencia demanda una decisión.
Ya que algunos lo seguirían y otros no, sería inevitable que surgieran
conflictos. Al “tomar nuestra cruz y seguirle”, nuestras metas, valores,
moralidad y propósitos diferentes en forma inevitable nos separarán de los
demás. No descuide su familia, pero al mismo tiempo no descuide su misión sublime.
Dios debe tener siempre el primer lugar.
10.37 Cristo nos llama a una misión sublime antes que a una vida tranquila y
cómoda. Amar a la familia es un mandato de Dios, pero aún ese amor puede ser
una excusa para no servir a Dios.
10.38 Tomar nuestra cruz y seguirle es identificarnos con Él públicamente y
estar dispuestos a enfrentar por su causa el sufrimiento y la muerte.
10.39 Este versículo es una declaración positiva y negativa de la misma
verdad. Si nos apegamos a esta vida podemos perder lo mejor de Cristo en este
mundo y en el venidero. Cuanto más amemos las recompensas de esta vida (placer,
poder, popularidad, seguridad económica) más descubriremos cuán vacías son. La
mejor manera de disfrutar de la vida es perder nuestro apetito voraz por las
recompensas terrenales a fin de quedar libre para seguir a Cristo (Mateo 16.25). Al hacerlo, vamos a
heredar la vida eterna, y empezaremos de inmediato a experimentar los
beneficios de seguirle.
10.42 Nuestro amor a Dios será medido por cómo tratamos a
los demás. El ejemplo de Jesús en cuanto a dar un vaso de agua a un niño nos
ilustra lo que es servir desinteresadamente. Un niño por lo general no puede
pagar favores. Dios toma las buenas obras que hacemos o que no hacemos como si
se lo hiciéramos a Él. ¿Hay algo que usted desinteresadamente podría hacer hoy
a favor de alguien? Aunque nadie lo vea, no pasará inadvertido para Dios.