Estudio de Mateo 22
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Capítulo
22
22.1-14 En aquellos lugares se esperaban dos invitaciones cuando se organizaba
un banquete. La primera solicitaba la asistencia del invitado, la segunda
indicaba que todo estaba listo. Aquí el Rey, Dios, invita tres veces, y las
tres veces le rechazan la invitación. Dios quiere que nos unamos a Él en su
banquete, que durará por la eternidad. Por eso nos envía invitación tras
invitación. ¿La aceptó?
22.11, 12 Era costumbre que los invitados a una boda recibían una vestimenta
especial. Ni se pensó que alguien podría rechazar esta vestimenta. Sería un
insulto al anfitrión, el que daría por sentado que el invitado no quería
participar en la celebración de las bodas. Jesús está hablando aquí de la
vestimenta de justicia que se requiere para entrar en el banquete de Dios en el
Reino. Este ropaje es una figura de la aceptación total que se da ante los ojos
de Dios a cada creyente en Cristo. Cristo ha provisto esta vestimenta para cada
creyente, pero cada persona debe decidir usarla a fin de poder entrar al banquete
del rey (vida eterna). Hay una invitación pendiente, pero debemos estar
preparados. Para mayores datos relacionados con la metáfora de la vestimenta de
justicia y salvación, véanse Salmo
132.16; Isaías 61.10; Zacarías 3.3–5; Apocalipsis 3.4, 5; 19.7, 8.
22.15-17 Los fariseos, un grupo religioso, se oponían a la ocupación romana en
Palestina. Los herodianos eran un partido político judío que apoyaba a Herodes
Antipas y la política instituida por Roma. Normalmente, estos dos grupos eran enemigos
enconados, pero se unieron contra Jesús. Juntos, varios respresentantes de
estos dos grupos preguntaron a Jesús en cuanto al pago de impuestos a Roma,
pensando que podrían arrinconarlo. Si Jesús manifestaba estar de acuerdo con
que se pagara impuestos al César, los fariseos dirían que se oponía a Dios, el
único Rey que reconocían. Si Jesús decía que no debían pagar impuestos, los
herodianos lo entregarían a Herodes por rebelión. A los fariseos no los
impulsaba el amor a las leyes de Dios, y los herodianos no estaban motivados
por el amor a la justicia romana. La respuesta de Jesús puso al descubierto sus
motivos malvados y los avergonzó.
22.17 Se
requería que los judíos pagaran impuestos para sostener al gobierno. Los judíos
aborrecían esto porque el dinero iba directamente al tesoro del César, donde
parte sufragaba los gastos de los templos paganos y el estilo de vida decadente
de los romanos aristócratas. La imagen del César en las monedas era un
recordatorio permanente de la sujeción de Israel a Roma.
22.19 El
denario era el salario de un día de trabajo.
22.21 Jesús no
cayó en la trampa y mostró que tenemos doble ciudadanía (1 Pedro 2.17). La ciudadanía terrenal
requiere que paguemos los servicios y beneficios recibidos. La del reino de los
cielos requiere que ofrezcamos a Dios obediencia y consagración.
22.23ss Como los fariseos y herodianos no pudieron atrapar a Jesús, los
saduceos con disimulo lo intentaron. No creían en la resurrección porque el
Pentateuco (Génesis a Deuteronomio) no tiene una enseñanza directa al respecto.
Los fariseos no habían podido hacer uso de un argumento convincente tomado del
Pentateuco para defender la resurrección, y los saduceos pensaron que tenían
atrapado a Jesús. Pero este les demostró lo contrario (véase en 22.31, 32 la respuesta de Jesús).
22.24 Si desea
más información sobre Moisés, véase su perfil en Éxodo 14.
22.24 La ley
decía que cuando el esposo moría sin dejar un hijo, el hermano soltero del
hombre tenía la responsabilidad de casarse con la viuda y cuidarla (Deuteronomio 25.5, 6). Así protegían a esas mujeres, que por lo general no tenían otros
medios para vivir.
22.29,30 Los saduceos preguntaron cómo sería el matrimonio en la eternidad.
Jesús les respondió que era más importante comprender el poder de Dios que
conocer cómo será el cielo. En cada generación y cultura, los puntos de vista
acerca del cielo o la vida eterna tienden a basarse en imágenes y experiencias
de la vida presente. Jesús manifestó que estos puntos de vista errados tienen
como origen el desconocimiento de la Palabra de Dios. No debemos considerar la
eternidad enmarcada en nuestras ideas ni entender a Dios en términos humanos.
Debiéramos concentrarnos más en nuestra relación con Dios que en saber cómo es
el cielo. Con el tiempo lo sabremos, y veremos que es infinitamente mejor que
nuestras expectativas.
22.31, 32 Tomando en cuenta que los saduceos solo aceptaban el Pentateuco, Jesús
respondió en base a Éxodo (3.6). Dios no diría: “Yo soy el Dios de tus padres”, si pensaba que
Abraham, Isaac y Jacob estaban muertos. Desde la perspectiva de Dios, ellos
vivían. Jesús usó un tiempo verbal presente para referirse a la resurrección y
la vida eterna que todos los creyentes disfrutan en Él.
22.34 Uno
podría pensar que los fariseos se alegraron al ver silenciados a los saduceos.
La pregunta con la que los saduceos siempre los atrapaban había sido al fin
contestada por Jesús. Pero los fariseos eran demasiado orgullosos para
mostrarse impresionados. La respuesta de Jesús les daba una victoria teológica
sobre los saduceos, pero estaban más interesados en acaban con Jesús que en
aprender una verdad.
22.35–40 Los fariseos, que habían logrado clasificar unas seiscientas leyes, con
frecuencia trataban de distinguir entre lo más importante y lo menos
importante. De modo que uno de ellos “experto en leyes” le pidió a Jesús que
identificara la ley más importante. Jesús citó Deuteronomio 6.5 y Levítico 19.18. Al
cumplir estos dos mandamientos, una persona cumplía las restantes, ya que
resumen los Diez Mandamientos y las otras leyes morales del Antiguo Testamento.
22.37-40 Jesús dice que si amamos a Dios y a nuestro prójimo por naturaleza
guardamos los mandamientos. Esto es mirar la ley de Dios de manera positiva. En
vez de estar preocupándonos de lo que no podemos hacer, debiéramos
concentrarnos en aquello que sí podemos hacer para mostrar que amamos a
Dios y a los demás.
22.41–45 Los fariseos, herodianos y saduceos le habían
presentado sus preguntas. Ahora Jesús invierte los papeles y les formula una
pregunta bien interesante: quién pensaban que era el Mesías. Los fariseos
sabían que el Mesías sería un descendiente de David pero no que también sería
Dios mismo. Jesús usó el Salmo 110.1 para mostrarles que el Mesías era muy superior a
David (Hebreos 1.13 emplea el mismo texto para probar la identidad de
Jesús). La pregunta más importante que hemos de responder es qué creemos acerca
de Cristo. Las demás preguntas espirituales son irrelevantes hasta que creemos
que Jesús es quien dijo que es.