Estudio de Mateo 24
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Capítulo 24
24.1, 2 A pesar de que nadie sabe con exactitud cómo era este templo, debió
haber sido hermoso. Herodes había ayudado a los judíos en su remodelación, sin
duda alguna para mantener lazos de amistad con sus sometidos. En el interior
del templo, junto al lugar donde se hallaban los objetos sagrados y se ofrecían
los sacrificios, había un área grande denominada atrio de los gentiles (donde
los cambistas y mercaderes tenían sus puestos). Fuera de esos atrios se
hallaban los pórticos. El pórtico de Salomón tenía casi medio kilómetro de
largo, y el pórtico del trono estaba decorado con ciento sesenta columnas en
sus casi trescientos metros de largo. Mientras contemplaban extasiados aquella
estructura majestuosa, los discípulos escucharon incrédulos las palabras de
Jesús relacionadas con su destrucción. Pero el templo fue destruido sólo
cuarenta años más tarde cuando los romanos saquearon Jerusalén en 70 d.C.
24.3ss Jesús estaba sentado en el Monte de los Olivos, el mismo lugar donde el
profeta Zacarías predijo que el Mesías pondría sus pies cuando vino a
establecer su reino (Zacarías
14.4). Este era un momento adecuado para que los discípulos preguntaran a
Jesús cuándo vendría con poder y qué acontecimientos tendrían lugar. La
respuesta de Jesús enfatizó los acontecimientos que tendrían lugar antes del
final de los tiempos. Aclaró que no debían preocuparse por la fecha exacta sino
en estar preparados, en vivir como Dios manda, para que cuando viniera en
gloria, pudiera considerarlos suyos.
24.4 Los discípulos preguntaron a Jesús por las señales de su venida y por
el fin de los tiempos. Jesús primero respondió: “Mirad que nadie os engañe”. El
hecho es que siempre que miramos a las señales nos volvemos susceptibles a ser
engañados. Hay muchos falsos profetas (24.11–24) rondando con falsas
señales de espiritualidad, poder y autoridad. La única manera cierta de
guardarnos del engaño es fijar la mirada en Jesús y sus palabras. No busque
señales especiales y no pierda el tiempo mirando a otros. Mire a Cristo.
24.9–13 Quizá usted no esté enfrentando persecución intensa ahora, pero hay
cristianos en otras partes del mundo que lo están. Cuando oiga de cristianos
que sufren por su fe, recuerde que son sus hermanos en Cristo. Ore por ellos.
Pregunte a Dios qué puede hacer para ayudarles en sus tribulaciones. Cuando una
parte del cuerpo sufre, todo el cuerpo sufre. Cuando todas las partes se unen,
el sufrimiento es menor, todo el cuerpo se beneficia (1 Corintios 12.26).
24.11 El Antiguo Testamento menciona con frecuencia a los falsos profetas
(véanse 2 Reyes 3.13; Isaías 44.25; Jeremías 23.16; Ezequiel 13.2, 3; Miqueas 3.5; Zacarías 13.2). Eran personas que
afirmaban haber recibido mensajes de Dios y que predicaban “salud y bienestar”.
Decían sólo lo que la gente quería oír, aun cuando la nación no seguía a Dios
como debiera. Hubo falsos profetas en los tiempos de Jesús y los tenemos
también hoy. Son líderes populares que esparcen un evangelio falso, que dicen
lo que la gente quiere oír: “Dios quiere que usted sea rico”, “Haga lo que
desee”, “No existen ni el pecado ni el infierno”. Jesús anunció que vendrían
maestros falsos, y puso en alerta a sus discípulos, así como lo hace con
nosotros, para que no escuchemos sus peligrosas palabras.
24.12 Con las enseñanzas falsas y la pérdida de los valores morales viene una
enfermedad particularmente destructiva: la pérdida del verdadero amor a Dios y
a los demás. El pecado enfría nuestro amor por Dios y por los demás al hacer
que nos enfoquemos sólo en nosotros mismos. Nadie podrá amar si piensa sólo en
sí mismo.
24.13 Jesús predijo que los que aborrecen sus puntos de vista perseguirían
con severidad a los cristianos. Sin embargo, los cristianos podían tener
esperanza en medio de la terrible persecución, sabiendo que la salvación era de
ellos. Los tiempos de prueba sirven para diferenciar a los cristianos
verdaderos de los que no lo son o de los que son cristianos sólo cuando las
cosas van bien. Cuando lo presionen a rendirse y dar las espaldas a Cristo, no
ceda. Recuerde los beneficios de permanecer firme y siga viviendo por Cristo.
24.14 Jesús dijo que antes de que Él volviera, las buenas nuevas acerca del
Reino (el mensaje de salvación) serían predicadas en todo el mundo. Esta era la
misión de los discípulos, y es la nuestra hoy. Jesús se ocupó del fin de los
tiempos y del juicio final a fin de mostrar a sus seguidores la urgencia de
esparcir las buenas nuevas de salvación por doquier.
24.15, 16 ¿Qué es esta “abominación desoladora” que Daniel y Jesús mencionan?
Antes que como un objeto específico, acontecimiento o persona, pudiera
interpretarse como un intento deliberado de mofarse y negar la realidad de la
presencia de Dios. La predicción de Daniel se hizo realidad en 168 a.C. cuando
Antíoco Epífanes sacrificó un cerdo a Zeus en el altar del templo santo (Daniel 9.27; 11.30, 31). Las palabras de Jesús resonaron en 70 d.C., cuando Tito colocó un
ídolo en el lugar del templo incendiado después de destruir Jerusalén. Al final
de los tiempos, el Anticristo levantará una estatua de sí mismo y ordenará que
todos la adoren (2 Tesalonicenses 2.4; Apocalipsis 13.14, 15). Estas son todas las “abominaciones” que buscarán desacreditar lo
santo.
24.21,22 Jesús, al hablar del fin de los tiempos, enfocaba a la vez
acontecimientos cercanos y futuros, como lo hacían los profetas del Antiguo
Testamento. Muchas de estas persecuciones ya han acontecido, muchas están
todavía por venir. Pero Dios está en control aún de la duración de las
persecuciones. No olvidará a su pueblo. Esto es todo lo que necesitamos saber
acerca del futuro para alentarnos a vivir con rectitud hoy.
24.23,24 Jesús advierte acerca de los falsos maestros que retienen la verdad. Al
examinarlos bien, se ve que muchos mensajes atractivos no están de acuerdo con
el mensaje de Dios en la Biblia. Sólo un fundamento sólido en la Palabra de
Dios nos puede equipar para percibir los errores y distorsiones de las falsas
enseñanzas.
24.24–28 En medio de la persecución aun a los creyentes firmes se les hará
difícil ser fieles. Para evitar ser engañados por los falsos mesías, debemos
entender que el regreso de Jesús será incuestionable (Marcos 13.26). Cuando Él vuelva, no
habrá duda alguna. Si alguien tiene que decirnos que el Mesías ya vino, es
porque no es así (24.27). Cuando Cristo venga, todos lo veremos.
24.30 Los incrédulos se lamentarán al descubrir inesperadamente que estaban
equivocados. Todo lo que fue objeto de su burla sucederá, y ya será muy tarde
para recapacitar.
24.36 Es bueno que no sepamos con exactitud cuándo Cristo volverá. Si
llegáramos a conocer la fecha precisa, nos veríamos tentados a descuidar la
tarea que Cristo nos encomendó, o peor aún, podríamos planear pecar y volvernos
a Dios justo al final. El cielo no es la única meta; hay una labor que cumplir
aquí. Y debemos llevarla a cabo hasta la muerte o hasta el momento inequívoco
del regreso de nuestro Señor.
24.40-42 La Segunda Venida de Cristo será repentina y sorpresiva. No habrá
oportunidad de reflexión tardía, arrepentimiento de último minuto ni regateo.
La elección que ya hayamos hecho determinará nuestro destino eterno.
24.44 El propósito de Jesús al referirse a su regreso no es estimular
predicciones ni cálculos acerca de la fecha sino advertirnos que debemos estar
preparados. ¿Estará usted listo? La única medida que hay que tomar es
obedecerle hoy (24.46).
24.45-47 Jesús nos pide que mientras esperamos, cuidemos de su pueblo y nos
ocupemos de su obra en la tierra, dentro y fuera de la iglesia. Esta es la
mejor manera de estar preparados para el regreso de Cristo.
24.50 El conocer que la venida de Cristo será sorpresiva debiera motivar en
nosotros una constante preparación. No debemos vivir en forma irresponsable. No
debemos sentarnos y esperar sin hacer nada, ni buscar el placer de ser
servidos, ni usar su demora como una excusa para no cumplir con la tarea de
Dios de edificar su Reino, ni confiarnos en cálculos precisos de las fechas, ni
permitir que nuestra curiosidad por el fin de los tiempos nos aparte de cumplir
con la obra de Dios.
24.51 “El lloro y el crujir de dientes” es una frase que
denota desesperación. El juicio venidero de Dios es tan cierto como el regreso
de Cristo a la tierra.