Estudio de Mateo 6

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Capítulo 6
6.2 El término hipócrita, según se usa aquí, se refiere a la persona que hace buenas obras solo por apariencia, no por compasión ni ningún otro motivo bueno. Sus acciones pueden ser buenas pero sus motivos son malos. Esos actos vacíos son su recompensa, mientras que Dios premiará a los que son sinceros en su fe.
6.3 Cuando Jesús dice “no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”, quiere significar que nuestros motivos para dar deben ser puros. Es fácil dar con motivos mixtos, hacer algo en favor de alguien si nos va a beneficiar en alguna manera. Los creyentes debieran evitar todo artificio y dar solo por la satisfacción de dar y así responder al amor de Dios. ¿Cuál es su motivación al dar? <.5W1C1>
6.3, 4 Es muy fácil dar por reconocimiento y alabanza. Para asegurarnos de que nuestros motivos no son egoístas debiéramos realizar nuestras buenas obras quieta y silenciosamente, sin esperar recompensa. Jesús dice que debemos revisar nuestros motivos en cuanto a generosidad (6.4), oración (6.6) y ayuno (6.18). Estas obras no deben ser egocéntricas, sino teocéntricas, y no para hacernos lucir bien, sino para hacer a Dios lucir bien. La recompensa que Dios promete no es material y nunca es dada a los que la buscan. Hacer algo solo para nosotros no es un sacrificio de amor. Cuando tenga la oportunidad de hacer una buena obra, pregúntese: “¿Haría esto aunque nadie lo supiera?”
6.5,6 Algunas personas, especialmente los líderes religiosos, querían que los vieran como “santos”, y la oración pública era una de las maneras que empleaban para lograrlo. Jesús vio más allá de sus actos de justicia propia y enseñó que la esencia de la oración no radica en lo que se dice (ni cómo ni dónde), sino en la comunicación con Dios. Es válido orar en público, pero orar solo donde vamos a ser vistos es una indicación de que nuestra audiencia verdadera no es Dios.
6.7,8 Algunas personas piensan que repetir las mismas palabras una y otra vez, como un encantamiento, hará que Dios les oiga. No es erróneo acercarnos a Dios con la misma petición; Jesús nos anima a que elevemos oraciones persistentes. Pero condena las repeticiones triviales que no se elevan con un corazón sincero. Nunca se ora demasiado si nuestras oraciones son sinceras.
6.9 Esta oración puede ser un modelo para nuestras oraciones. Debemos alabar a Dios, orar por su obra en el mundo, orar por nuestras necesidades cotidianas y orar solicitando su ayuda en nuestros conflictos diarios.
6.9 La frase “Padre nuestro que estás en los cielos” indica que Dios no solo es majestuoso y santo, sino también personal y amoroso. El primer renglón de esta oración modelo es una declaración de alabanza y dedicación a honrar el nombre santo de Dios. Honramos el nombre de Dios al usarlo con respeto. Si usamos el nombre de Dios ligeramente, no tomamos en cuenta la santidad de Dios.
6.10 La frase “Venga tu reino” es una referencia al reino espiritual de Dios, no a que Israel fuera liberada del yugo de Roma. El Reino de Dios fue anunciado en el pacto con Abraham (8.11; Lucas 13.28), está presente en el reinado de Cristo en el corazón de cada creyente (Lucas 17.21), y será completado cuando la maldad sea destruida y Él establezca nuevos cielos y tierra (Apocalipsis 21.1).
6.10 Cuando oramos “Hágase tu voluntad”, no estamos abandonándonos a la suerte, sino que estamos orando que el propósito perfecto de Dios se cumpla en este mundo como en el más allá.
6.11 Cuando oramos “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy” reconocemos que Dios es nuestro sustentador y proveedor. Es un 2 pensar que dependemos de nosotros mismos. Confiamos en que Dios cada día ha de proporcionarnos lo que sabe que necesitamos.
6.13 Jesús no está sugiriendo que Dios nos guía hacia la tentación. Simplemente está pidiendo que seamos librados de Satanás y sus engaños. Todos los cristianos enfrentamos tentaciones. Algunas veces es tan sutil que inclusive no sabemos qué nos está pasando. Dios nos ha prometido que no permitirá que seamos tentados más allá de lo que podamos soportar (1 Corintios 10.13). Pídale a Dios que le permita reconocer la tentación, que le dé fuerzas suficientes para enfrentarla y que pueda seguir la senda de Dios. Para mayor información acerca de la tentación, véanse las notas de 4.1.
6.14, 15 Jesús nos pone en alerta en cuanto al perdón se refiere: si no queremos perdonar a los demás, tampoco Dios nos perdonará. ¿Por qué? Porque cuando no perdonamos a otros estamos negando lo que tenemos en común como pecadores necesitados del perdón de Dios. El perdón de Dios no es el resultado directo de nuestro acto perdonador hacia otros, sino que está basado en nuestro entendimiento del significado del perdón (véase Efesios 4.32). Es fácil pedir a Dios su perdón, pero es difícil darlo a otros. Cuando pidamos a Dios que nos perdone, debemos preguntarnos: “¿He perdonado a las personas que me han herido o agraviado?”
6.16 Ayunar, no tomar alimentos con el propósito de emplear el tiempo en oración, es noble y dificultoso. Nos da tiempo para orar, nos enseña autodisciplina, nos recuerda que podemos vivir con mucho menos y nos ayuda a apreciar los dones de Dios. Jesús no estaba condenando el ayuno sino la hipocresía de ayunar con el fin de ganar la aprobación de la gente. El ayuno era obligatorio para los judíos una vez al año, en el Día de la Expiación (Levítico 23.32). Los fariseos ayunaban voluntariamente dos veces a la semana para impresionar a la gente con su “santidad”. Jesús recomendó actos de autosacrificio hechos en silencio y con sinceridad. Buscó personas que lo sirvieran con buenos motivos, no para satisfacer ansias de alabanza.
6.17 El aceite de oliva se usaba como un cosmético similar a una loción. Jesús está diciendo: “Cuando ayunes haz todo lo demás de forma normal. No hagas del ayuno un espectáculo”.
6.20 Hacer tesoros en el cielo no es solo pagar el diezmo, sino que se logra también con cualquier acto de obediencia a Dios. Hay cierto sentido en que al dar a la obra de Dios estamos invirtiendo en el cielo, pero nuestra intención debería ser buscar el cumplimiento de los propósitos de Dios en todo lo que hacemos, no solo en lo que hacemos con nuestro dinero.
6.22,23 Visión espiritual es nuestra capacidad de ver con claridad lo que Dios quiere hacer en nosotros y ver el mundo a través de sus ojos. Pero este discernimiento espiritual puede ser fácilmente opacado. Los deseos, intereses y metas egoístas bloquean esa visión. Servir a Dios es la mejor manera de restaurarla. El “buen” ojo es el que se fija en Cristo.
6.24 Jesús dice que podemos servir solo a un señor. Vivimos en una sociedad materialista donde muchas personas sirven al dinero. Emplean sus vidas en ganar y atesorar, solo para morir y tener que dejarlo todo. Su anhelo de tener dinero y lo que pueden adquirir con él llega a tener mayor preponderancia que su entrega a Dios y que los asuntos espirituales. Lo que atesore le absorberá tiempo y energías para pensar en ello. No caiga en la trampa del materialismo porque “el amor al dinero es la raíz de todos los males” (1 Timoteo 6.10). ¿Podría asegurar, con toda sinceridad, que Dios es su Señor y no el dinero? Una manera de examinarnos es preguntándonos qué ocupa mayormente mis pensamientos, tiempo y esfuerzos.
6.24 Jesús contrastó los valores celestiales con los terrenales cuando afirmó que debemos dedicar nuestra lealtad prioritaria a las cosas que no se marchitan, que nadie puede robar y que no envejecen. No debiéramos llegar al extremo de fascinarnos tanto por nuestras posesiones al grado que seamos sus esclavos. Esto significa que debiéramos hacer algunos recortes en caso de que nuestras posesiones estuvieran convirtiéndose en demasiado importantes para nosotros. Jesús está llamando a tomar una decisión que nos permita vivir tranquilamente con lo que tengamos porque hemos elegido lo que es eterno y duradero.
6.25 Debido a sus efectos insalubres, nos sugiere no preocuparnos por aquellas cosas que Dios promete suplir. La preocupación puede (1) dañar su salud, (2) dar lugar a que el objeto de su angustia consuma sus pensamientos, (3) mermar su productividad, (4) afectar negativamente la forma en que usted trata a otros, y (5) reducir su capacidad de confiar en Dios. Aquí está la diferencia entre la angustia y la preocupación genuina: la angustia inmoviliza pero la preocupación nos mueve a la acción.
6.33 “Buscar el reino de Dios y su justicia” significa buscar su ayuda en primer lugar, saturar nuestros pensamientos con sus deseos, tomar su carácter como modelo y servirle y obedecerle en todo. ¿Qué es lo más importante para usted? Habrá personas, objetos, metas y otros deseos que compitan en cuanto a prioridad. Cualquiera de estos puede sacar a Dios del primer lugar si usted no decide enfáticamente darle el primer lugar en todos los aspectos de su vida.
6.34 Planear para el mañana es tiempo bien invertido; afanarse por el mañana es tiempo perdido. Algunas veces es dificultoso notar la diferencia. Planear es pensar con antelación en metas, pasos y fechas, y confiar en la dirección de Dios. Cuando se hace bien, el afán disminuye. El que se afana, en cambio, se ve asaltado por el temor y se le hace difícil confiar en Dios. El que se afana deja que sus planes interfieran en su relación con Dios. No permita que su afán por el mañana afecte sus relaciones con Dios hoy.