Estudio de Mateo 14
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Capítulo 14
14.1 Herodes fue un “tetrarca”, uno de los cuatro gobernadores que tenían
bajo su responsabilidad igual número de distritos en Palestina. Su territorio
incluía las regiones de Galilea y Perea. Fue hijo de Herodes el Grande, el que
ordenó dar muerte a los infantes en Belén (2.16). También es conocido como Herodes Antipas, y juzgó a Jesús antes de
que fuera crucificado (Lucas
23.6–12). Su perfil se halla en Marcos 6.
14.2 Si desea más información sobre Juan el Bautista, véase su perfil en Juan 1.
14.3 Felipe, medio hermano de Herodes, era uno de los cuatro gobernadores de
Palestina. Sus territorios eran Iturea y Tracónites, al nordeste del Mar de
Galilea (Lucas 3.1). Su esposa, Herodías, lo
abandonó para vivir con Herodes Antipas. Juan el Bautista condenó a los dos por
vivir en inmoralidad (véase Marcos
6.17, 18).
14.9 Herodes no quería matar a Juan el Bautista pero tuvo que dar la orden
para no quedar mal delante de sus invitados. ¡Cuán fácil es ceder a la presión
de la gente y dejarse arrastrar a hacer lo malo! No permita que lo ubiquen
donde sea vergonzoso hacer lo bueno. Haga lo que es correcto sin importar cuán
vergonzoso o doloroso sea.
14.13,14 Jesús buscó la soledad luego de recibir la noticia de que Juan había
muerto. Algunas veces debemos enfrentarnos a nuestro dolor solos. Jesús, sin
embargo, no se entregó al pesar, volvió a su ministerio.
14.14 Jesús realizó algunos milagros como señal de su identidad. Otros
milagros sirvieron para enseñarnos importantes verdades. Pero aquí leemos que
sanó porque “tuvo compasión de ellos”. Jesús fue, y es, una persona amorosa,
sensible y que se preocupa por los demás. Cuando esté sufriendo, recuerde que
Jesús sufre junto con usted y se compadece.
JESÚS CAMINA SOBRE EL MAR
El
milagro de alimentar a cinco mil personas ocurrió en la costa del mar de
Galilea cerca de Betsaida. Jesús luego envió a sus discípulos para que cruzaran
el mar. Varias horas después, enfrentaron una tormenta y Jesús vino a ellos
caminando sobre el agua. La embarcación llegó a tierra de Genesaret.
14.19-21 Jesús multiplicó cinco panes y dos peces para alimentar a más de cinco
mil personas. Lo que al principio se ofrecía parecía insuficiente pero en sus
manos fue más que suficiente. Con frecuencia sentimos que nuestra contribución
a Jesús es muy pequeña, pero Él puede multiplicar y usar lo que podamos darle,
sea en talento, tiempo o riqueza. Es cuando lo damos a Jesús que nuestros
recursos se multiplican.
14.21 El texto indica que estuvieron presentes cinco mil hombres, más mujeres
y niños. Por ello, el total de personas que Jesús alimentó pudo ser de diez mil
a quince mil. El número de hombres se especifica en forma separada porque en la
cultura judía de ese entonces, hombres y mujeres comían aparte. Los niños
comían con las mujeres.
14.23 Estar un tiempo a solas con Dios era prioritario para Jesús (véase
también 14.13). Dejaba tiempo en su horario recargado para estar a solas con el
Padre. Cuando pasamos tiempo a solas en oración, nuestra relación vital con
Dios se nutre y nos fortalecemos para enfrentar los problemas y desafíos de la
vida. Desarrolle la disciplina de buscar a Dios a solas. Le ayudará a crecer
espiritualmente y llegará a ser cada vez más y más como Cristo.
14.28 Pedro no estaba probando a Jesús, pues es algo que se nos dijo que no
hiciéramos (4.7). A pesar de que fue el único en la barca que reaccionó con fe, su
pedido impulsivo lo condujo a experimentar una demostración poco común del
poder de Dios. Pedro comenzó a hundirse porque no siguió mirando a Jesús sino
que miró las olas gigantes que se levantaban a su alrededor. Luego su fe
fluctuó cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Quizá no caminemos
sobre las aguas pero sí caminaremos a través de situaciones adversas. Si nos
concentramos en las olas de las circunstancias difíciles que se levantan cerca
de nosotros sin buscar la ayuda de Dios, también terminaremos desesperados y
hundiéndonos. A fin de mantener su fe en medio de las tormentas, mantenga los
ojos en el poder de Cristo y no en su incapacidad.
14.30,31 A pesar de que empezamos con buenas intenciones, algunas veces nuestra
fe decae. Esto no significa necesariamente que hemos fallado. Cuando la fe de
Pedro decayó, buscó a Cristo, la única persona que podría ayudarle. Estaba
temeroso pero aún así miró a Cristo. Cuando estamos recelosos de los problemas
que nos rodean y dudamos de la presencia o capacidad de Cristo para ayudarnos,
debemos recordar que es el único que en realidad puede ayudarnos.
14.34 Genesaret se hallaba localizada en el lado oeste del Mar de Galilea en
una zona fértil y con abundante agua.
14.35,36 La gente reconocía en Jesús a un gran sanador, pero ¿cuántos
comprendieron quién era en realidad? Buscaban a Jesús para alcanzar sanidad
física, pero ¿se acercaron a Él deseando la sanidad espiritual? Iban anhelando
prolongar sus vidas en la tierra, pero ¿fueron también para obtener la
seguridad de la vida eterna? La gente puede buscar a Jesús para aprender
lecciones valiosas de su vida o en la esperanza de conseguir remedio para su
dolor. Pero habremos perdido la totalidad del mensaje de Jesús si lo buscamos
sólo para que cure nuestros cuerpos y no nuestras almas, si buscamos su ayuda
sólo en esta vida y pasamos por alto su plan eterno para nosotros. Sólo cuando
lleguemos a entender al Cristo verdadero podremos apreciar cómo puede cambiar
de veras nuestras vidas.
14.36 Los hombres judíos tenían flecos en el borde inferior de sus mantos
conforme al mandato de Dios (Deuteronomio
22.12). En el tiempo de Jesús, esto era visto como señal de santidad (23.5). Era natural que la gente que buscaba sanidad se acercara para tocar
estos flecos; pero como una mujer enferma aprendió, la curación es producto de
la fe y no de la túnica de Jesús (9.19–22).