Estudio de Mateo 28
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Capítulo 28
28.1 La otra María no era la madre de Jesús. Pudo haber sido la esposa de
Cleofas (Juan 19.25) o, si se trataba de la
madre de Santiago y Juan (Mateo
27.56), la tía de Jesús.
28.2 La piedra no fue removida para que Jesús saliera, sino para que
pudieran ver que había resucitado, tal como lo había prometido.
28.5–7 El ángel que anunció las buenas nuevas de la resurrección a las mujeres
les dio cuatro mensajes: (1) «No temáis». La realidad de la resurrección trae
gozo, no temor. Cuando sienta miedo, recuerde la tumba vacía. (2) «No está
aquí». Jesús no está muerto y uno no debe buscarlo entre los muertos. Está vivo
y con su pueblo. (3) «Venid ved». Las mujeres pudieron ver la evidencia. La
tumba estaba vacía en ese entonces, y lo está también hoy. La resurrección es
un hecho histórico. (4) «Id pronto y decid». Tuvieron el encargo de esparcir el
gozo de la resurrección. Nosotros también tenemos la responsabilidad de
esparcir las buenas nuevas de que Jesús ha resucitado.
28.6 La resurrección de Jesús es lo fundamental en la fe cristiana. ¿Por
qué? (1) «Como dijo», Jesús resucitó de la muerte. Podemos tener la más
absoluta seguridad de que cumplirá sus promesas. (2) La resurrección corporal
de Jesús demuestra que el Cristo viviente es soberano en el reino eterno de
Dios, no un falso profeta ni un impostor. (3) Podemos estar seguros de nuestra
resurrección porque Él resucitó. La muerte no es el final: hay una vida futura.
(4) El poder que hizo volver a la vida a Jesús está a nuestro alcance para dar
vida a nuestra espiritualidad muerta. (5) La resurrección es la base del
testimonio de la Iglesia al mundo. Jesús es más que un líder humano: Él es el
Hijo de Dios.
28.10 Por «mis hermanos» Jesús se refería a sus discípulos. Esto mostraba que
les había perdonado, a pesar de que le habían negado y abandonado. Su relación
llegaría a ser aún más estrecha que antes.
28.10 Jesús dijo a las mujeres que dieran un mensaje a los discípulos, que se
reuniría con ellos en Galilea, como les había dicho antes (Marcos 14.28). Pero los discípulos,
temerosos de los líderes religiosos, permanecieron tras puertas cerradas en
Jerusalén (Juan 20.19). De modo que Jesús se
reunió con ellos primero allí (Lucas 24.36) y más tarde en Galilea (Juan 21).
28.11-15 La resurrección de Jesús ya estaba causando gran conmoción en
Jerusalén. Un grupo de mujeres corría por las calles buscando a los discípulos
para darles la noticia maravillosa de que Jesús había resucitado. Al mismo
tiempo, un grupo de líderes religiosos estaba maquinando cómo ocultar la
resurrección. Hoy se nota todavía una gran conmoción por causa de la
resurrección, y hay todavía dos opciones: creer que Jesús resucitó de la
muerte, o cerrarse a la verdad negándola, obviándola o suprimiéndola.
28.18–20 Cuando alguna persona está muriendo o a punto de partir, sus últimas
palabras son importantes. Jesús dejó a sus discípulos estas últimas
instrucciones: estaban bajo su autoridad, debían hacer más discípulos,
bautizarlos y enseñarles que hay que obedecerlo a Él; Él estaría con ellos
siempre. En misiones previas Jesús había dicho a sus discípulos que fueran sólo
a los judíos (10.5, 6, ). A partir de ese momento su misión tendría alcances mundiales. Jesús
es Señor de la tierra y murió por los pecados de toda la humanidad.
Debemos salir —sea a la próxima puerta o a otro país— y hacer discípulos. Esta no es una opción sino un mandato para todos los que consideran a Jesús como «Señor». No todos somos evangelistas, en el sentido formal, pero todos hemos recibido dones que podemos usar para el cumplimiento de la Gran Comisión. Al obedecer somos confortados en el conocimiento que Jesús siempre está con nosotros.
Debemos salir —sea a la próxima puerta o a otro país— y hacer discípulos. Esta no es una opción sino un mandato para todos los que consideran a Jesús como «Señor». No todos somos evangelistas, en el sentido formal, pero todos hemos recibido dones que podemos usar para el cumplimiento de la Gran Comisión. Al obedecer somos confortados en el conocimiento que Jesús siempre está con nosotros.
28.19 Las palabras de Jesús afirman la realidad de la Trinidad. Algunas
personas acusan a los teólogos de inventar el concepto de la Trinidad. Como
vemos aquí, el concepto viene directamente de Jesús. No dijo que debíamos
bautizar en los nombres sino en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo. La palabra Trinidad no está en las Escrituras pero describe
muy bien la naturaleza tres en uno del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
28.19 Los discípulos debían bautizar personas porque el bautismo une al
creyente con Jesús en su muerte por el pecado y su resurrección a una vida
nueva. El bautismo muestra sumisión a Cristo y disposición a vivir en la forma
que Dios quiere.
28.20 ¿De qué manera está Jesús entre nosotros? Con los discípulos
estuvo cara a cara hasta que ascendió al cielo, y luego por medio del Espíritu
Santo (Hechos 1.4). El Espíritu Santo
vendría a ser la presencia de Jesús que nunca los abandonaría (Juan 14.26). Jesús continúa estando
con nosotros hoy por medio del Espíritu Santo.
28.20 Las profecías y genealogías del Antiguo Testamento en el libro de Mateo
presentan las credenciales de Jesús como Rey del mundo; no como el líder
político o militar que los discípulos inicialmente esperaban, sino como un Rey
espiritual que puede vencer toda maldad y reinar en el corazón de cada persona.
Si rechazamos servirle fielmente como Rey, somos súbditos desleales, dignos de
ser desterrados del Reino. Debemos dar a Jesús el lugar de Rey en nuestra vida
y adorarle como nuestro Señor, Rey y Salvador.