Estudio de Mateo 12
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Capítulo 12
12.1,2 Los fariseos habían establecido treinta y nueve categorías generales de
actividades prohibidas en el día de reposo. Estaban basadas en interpretaciones
de la ley de Dios y en las tradiciones judías. Cosechar era una de esas
prohibiciones. Según los líderes religiosos, al arrancar espigas de trigo y
sobarlas en sus manos, los discípulos estaban técnicamente cosechando. Jesús y
los discípulos habían arrancado las espigas porque tenían hambre no porque
quisieran segar el grano con fines de lucro. Jesús y sus discípulos no estaban
trabajando en el día de reposo. Los fariseos, sin embargo, no pudieron (y no
quisieron) ver más allá del tecnicismo de las leyes.
12.4 Esta historia se registra en 1 Samuel
21.1–6. Cada semana se reemplazaban los panes de la proposición y los
sacerdotes comían los mismos. Los panes que recibió David fueron los que habían
sido reemplazados. A pesar de que los sacerdotes eran los únicos que podían
comer de esos panes, Dios no castigó a David porque su necesidad era más
importante que los tecnicismos legales. Jesús estaba diciendo: «Si ustedes me
condenan, tendrán también que condenar a David», algo que los líderes
religiosos no podían hacer sin originar un gran alboroto entre la gente. Debe
enfatizarse que Jesús no estaba apoyando la desobediencia a las leyes de Dios.
Pero enfatizaba la importancia de tener discernimiento y compasión al aplicar
las leyes.
12.5 Los Diez Mandamientos prohibían trabajar en el día de reposo (Éxodo 20.8–11). Esa era la letra
de la Ley. Pero como el propósito del día de reposo era descansar y adorar a
Dios, los sacerdotes podían trabajar para llevar a cabo los sacrificios y conducir
los cultos de adoración. Esta «labor sabática» servía y rendía culto a Dios.
Jesús siempre enfatizó la intención de la ley. Los fariseos se habían olvidado
del espíritu de la ley y en forma rígida demandaban que se obedeciera al pie de
la letra su interpretación de la misma.
12.6 Los fariseos se preocupaban tanto de los rituales religiosos que
olvidaban el propósito del templo: llevar la gente a Dios. Como Cristo es mayor
que el templo, quién mejor que Él puede conducir la gente a Dios. Dios es mucho
más importante que todos los instrumentos que se utilizan en la adoración. Si
nos preocupamos más de los instrumentos de la adoración que de la Persona que
adoramos, no estaremos alcanzando a Dios aunque pensemos que le estamos
rindiendo culto.
12.7 Jesús repitió a los fariseos palabras que los judíos habían oído muchas
veces a través de su historia (1 Samuel
15.22, 23; Salmo 40.6–8; Isaías 1.11–17; Jeremías 7.21–23; Oseas 6.6). La actitud de nuestro
corazón hacia Dios es primero. Sólo así podemos con propiedad obedecer y
observar las regulaciones y rituales religiosos.
12.8 Cuando Jesús dijo que era «Señor del día de reposo» proclamó ser más
importante que la ley y estar por encima de ella. Para los fariseos esto era
herejía. No se daban cuenta de que Jesús, el divino Hijo de Dios, era el
creador del día de reposo. El Creador es siempre más grande que la creación;
por esta razón Jesús tenía la autoridad de dejar sin efecto sus tradiciones y
regulaciones.
12.9 Para obtener más información sobre las sinagogas, véanse las notas a Marcos 1.21 y 5.22.
12.10 Al referirse al hombre con la mano deformada («seca»), los fariseos
trataron de enredar a Jesús preguntándole si era legal sanar en el día de
reposo. Las reglas decían que se podía brindar ayuda a la gente en día de
reposo sólo si era una cuestión de vida o muerte. Jesús sanó en el día de
reposo varias veces y ninguna de ellas podía calificarse como emergencias. Si
Jesús hubiera esperado hasta el día siguiente, se sometía a la autoridad de los
fariseos y aceptaba que sus leyes mezquinas eran iguales a la ley de Dios. Si
sanaba al hombre, los fariseos podrían proclamar que su poder no procedía de
Dios ya que quebrantaba sus reglas. Pero Jesús dejó en claro delante de todos
que sus normas eran ridículas y mezquinas. Dios es un Dios de personas, no de
reglas. El tiempo más apropiado para ayudar a alguien es cuando lo necesita.
12.10-12 Los fariseos pusieron sus leyes por encima de las necesidades humanas.
Les preocupaba tanto que Jesús rompiera una de sus reglas que no les importaba
la mano seca del hombre. ¿Qué actitud asume usted? Si sus convicciones no le
permiten ayudar a ciertas personas, sus convicciones pudieran no estar a tono
con la Palabra de Dios. No permita que los dogmas lo cieguen a las necesidades
humanas.
12.14 Los fariseos planearon la muerte de Jesús porque estaban furiosos.
Jesús había desacatado su autoridad (Lucas
6.11). Había puesto al descubierto sus aviesas actitudes delante de la
multitud en la sinagoga. Había demostrado que eran más leales a su sistema
religioso que a Dios.
12.15 Hasta ahora, Jesús había estado confrontando con agresividad la
hipocresía de los fariseos. Pero decide salir de la sinagoga antes de que se
desarrolle una mayor confrontación porque no le había llegado la hora de morir.
Todavía tenía mucho que enseñar a sus discípulos y a la gente.
12.16 Jesús no quería que las personas que Él sanaba lo dieran a conocer a
otros porque no quería que la gente acudiera a Él por motivos impropios.
Además, podía dañar su ministerio de enseñanza y crear falsas expectativas
sobre su reino terrenal. Pero las noticias de sus milagros se difundieron, y
muchos iban a ver lo que estaba pasando (véase Marcos 3.7, 8).
12.17–21 Mateo citaba a menudo el Antiguo Testamento porque quería demostrar a
los judíos que Jesús era el Mesías. Para los judíos la Biblia era la autoridad
suprema. Creían que anunciaba a un Mesías, pero no que Jesús lo fuera. Mateo
les mostró que Jesús era el Mesías prometido. Esta profecía en particular
enseñaba que el Mesías no iba a ser el conquistador pomposo que los judíos
esperaban, sino un manso Juez (Isaías
42.1–7).
12.17–21 La gente esperaba que el Mesías fuera un rey. Esta referencia a la
profecía de Isaías 42.1–4 muestra que Él sí es rey,
pero describe qué clase de rey: calmo, gentil, que brinda justicia a las
naciones. Como la multitud, a veces queremos que Cristo tenga autoridad de rey
y traiga consigo victorias notables y visibles a nuestra vida. Pero con
frecuencia su obra es silenciosa, y la realiza en el momento que cree oportuno.
12.24 Antes habían acusado a Jesús de estar aliado al príncipe de los
demonios (9.34). Los fariseos trataban de desacreditarlo apelando a las emociones.
Como no querían creer que Él fuera Dios, decían que actuaba de acuerdo con
Satanás. A Jesús no le fue difícil demostrar la necedad de su argumento.
12.25 Como hombre, Jesús se había despojado de su capacidad sobrenatural de
saberlo todo, pero mostró un conocimiento profundo de la naturaleza humana. Su
discernimiento impidió que lo enredaran en sus palabras. El Cristo resucitado
conoce todos nuestros pensamientos. Esto puede ser un consuelo porque Él sabe
bien lo que queremos decir cuando le hablamos, y nos puede ofrecer ayuda. Por
otro lado, no podemos ocultar de Él lo que hacemos con motivos egoístas.
12.29 Al nacer Jesús, el poder de Satanás y su control se vieron
trastornados. En el desierto, Jesús salió airoso de la tentación y en la
resurrección, anuló el arma final de Satanás: la muerte. Al final Satanás será
atado para siempre (Apocalipsis 20.10) y la maldad no pervertirá más la tierra. Jesús tiene poder y autoridad
total sobre Satanás y sus fuerzas.
12.30 Es imposible ser neutral en relación con Cristo. Cualquiera que no le
esté siguiendo activamente lo ha rechazado. Cualquier persona que procura
mantenerse neutral en la pugna cósmica del bien contra el mal, ha rechazado a
Dios.
12.31,32 Rechazar la voz del Espíritu Santo cuando intenta convencernos de
pecado es blasfemar contra Él. Como una persona solo puede salvarse por medio
del Espíritu Santo y su obra, cuando uno no quiere arrepentirse ni reconocer su
pecado está rechazando el perdón que le brinda Dios. Algunas veces los
creyentes temen haber cometido accidentalmente este pecado imperdonable. Pero
sólo los que han dado la espalda a Dios y no quieren creer necesitan
preocuparse. Jesús dice que no serán perdonados, no porque su pecado sea peor
que otros, sino porque nunca pedirán perdón. Los que rechazan la voz del
Espíritu Santo rechazan la única fuerza que los puede guiar al arrepentimiento
y a la restauración de las relaciones con Dios.
12.34-36 Jesús nos recuerda que lo que decimos revela lo que hay en nuestro
corazón. ¿Qué tipo de palabras salen de nuestra boca? Estas son una indicación
de lo que nuestro corazón alberga. Uno no puede solucionar el problema del
corazón cambiando de vocabulario. Tiene que permitirle al Espíritu Santo que lo
llene con actitudes y motivos nuevos; luego su vocabulario se limpiará desde
adentro.
12.38-40 Los fariseos pedían otro milagro pero no estaban buscando con
sinceridad conocer a Jesús. Jesús sabía que habían visto milagros suficientes
para convencerles de que Él era el Mesías. Pero ellos ya habían decidido no
creer en Él y eso no iba a cambiar con otro milagro.
Muchas personas han dicho: «Si yo viera un milagro, creería en Dios». Pero lo
que dijo Jesús a los fariseos se aplica también a nosotros. Tenemos evidencias
más que suficientes: la muerte de Jesús, su resurrección y ascensión, y siglos
de estar cambiando vidas de creyentes alrededor del mundo. En lugar de buscar
evidencias adicionales o milagros, acepte lo que Dios ya le dio y avance. Él
puede usar su vida como evidencia para llegar a otra persona.
12.39-41 Jonás fue un profeta que fue enviado a la ciudad asiria de Nínive
(véase el libro de Jonás). Debido a que los asirios eran una nación cruel y
belicosa, Jonás trató de huir de su cometido y terminó alojado tres días en el
vientre de un pez gigante. Cuando salió, de mala gana fue a Nínive, predicó el
mensaje de Dios y vio a la ciudad arrepentirse. Por contraste, cuando Jesús
vino a los suyos, estos no quisieron arrepentirse. Aquí está diciendo con
claridad que su resurrección probaría que Él era el Mesías. Tres días después
de su muerte, volvería a vivir, así como a Jonás se le dio una nueva
oportunidad para vivir después de haber estado tres días en el vientre del pez.
12.41, 42 En los días de Jonás, Nínive era la capital del Imperio Asirio y era
tan poderosa como mala (Jonás 1.2). Pero toda la ciudad se arrepintió como respuesta al mensaje de Jonás.
La reina de Sabá viajó una gran distancia para ver a Salomón, rey de Israel y
aprendió de su gran sabiduría (1 Reyes
10.1–10; véase también en la nota a Lucas
11.31, 32 más información sobre la reina de Sabá. Aquellos gentiles reconocieron
la verdad de Dios cuando se la presentaron, pero los líderes religiosos no
reconocieron la verdad a pesar de que la tenían delante. ¿Ha respondido usted a
la evidencia y verdad recibidas?
12.43-45 Jesús está describiendo la actitud de Israel y los líderes religiosos
en particular. Si uno se limpia la vida pero no la llena de Dios deja espacio
suficiente para que entre Satanás. El libro de Esdras registra cómo la gente se
apartó de la idolatría pero no la reemplazaron con amor a Dios y obediencia. Desear
alejarnos del pecado es el primer paso, pero luego debemos llenar nuestra vida
con la Palabra de Dios y el Espíritu Santo. Las personas vacías e inactivas son
un fácil blanco de Satanás.
12.46–50 Jesús no estaba eludiendo a su familia terrena. Por el contrario, antes
ya había criticado a los líderes judíos por no tomar en cuenta el mandato del
Antiguo Testamento de honrar a sus padres (15.1–9). Colgado en la cruz se ocupó del bienestar de su madre(Juan 19.25–27). Su madre María y su
hermano Santiago estuvieron presentes en el aposento alto en Pentecostés (Hechos 1.14). Jesús más bien estaba
enfatizando que la relación espiritual une tanto como la física, con lo que
estaba preparando el camino para una nueva comunidad de creyentes (la Iglesia),
nuestra familia espiritual.