Estudio de Mateo 18
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Capítulo
18
18.1-4 Jesús
tomó a un niño para ayudar a sus egocéntricos discípulos a captar la idea. No
necesitamos ser infantiles (como los discípulos, que discutían asuntos
insignificantes) sino más bien como niños de corazón humilde y sincero.
¿Es usted infantil o como niño?
18.3,4 Los discípulos estaban tan preocupados con la organización del reino
terrenal de Jesús que perdieron la visión de su propósito divino. En lugar de
buscar cómo servir mejor, discutían en cuanto a puestos. Cuán fácil es perder
nuestra perspectiva eterna y competir por puestos en la iglesia. Cuán difícil
es identificarnos con los “niños”, gente débil y dependiente sin posición
social ni influencia.
18.6 Los
niños confían por naturaleza. Confían en los adultos, y al hacerlo estos crecen
en su capacidad de confiar en Dios. Por la influencia que tienen en los niños,
los padres y los adultos darán cuenta a Dios de la forma en que afecten la
capacidad de confiar de estos pequeños. Jesús advierte que cualquiera que
aparte de la fe a algún niño recibirá un severo castigo.
18.7ss Jesús
advirtió a los discípulos que hay tres diferentes maneras de causar pérdida de
fe en los “niños”: por tentación (18.7–9), por menosprecio y por degradación (18.10–14). Como líderes, debemos
ayudar a los creyentes jóvenes o nuevos a evitar cualquier cosa o cualquier
persona que podría causarles daño en su fe y conducirlos al pecado. Nunca
debiéramos tomar superficialmente la educación y protección espiritual de los
niños en edad y de los niños en la fe.
18.8,9 Debemos quitar las piedras de tropiezo que originan en nosotros pecado.
Esto no significa que debemos mutilarnos el cuerpo, sino que toda persona, programa
o enseñanza en la iglesia que amenace el crecimiento espiritual del cuerpo debe
eliminarse. Jesús dice que es mejor ir al cielo con una mano que al infierno
con dos. El pecado, sin embargo, afecta no sólo nuestras manos; afecta también
nuestro corazón.
18.10 Nuestro
interés en los niños debe ser paralelo al trato que Dios les da. Ciertos
ángeles tienen la tarea de velar por los niños y tienen acceso directo a Dios.
Estas palabras deben escucharse bien en las culturas donde no se le da
importancia al niño, se le maltrata o se aborta. Si sus ángeles tienen acceso
directo y constante a Dios, lo menos que podemos hacer es permitir que los
niños se acerquen a nosotros en lugar de mantenerlos alejados por causa de
nuestras ocupaciones.
18.14 Así como
un pastor se ocupa de una oveja perdida al grado que va por las colinas a
buscarla, Dios se ocupa de cada ser humano que ha creado. (“No quiere que nadie
se pierda”, 2 Pedro 3.9.) Estamos en contacto con
niños que necesitan a Cristo en casa, en el colegio, en la iglesia y en el
vecindario. Hay que guiarlos hacia Él con nuestro ejemplo, palabras y actos de
bondad.
18.15–17 Estas son instrucciones de Jesús para enfrentarnos con los que pecan en
contra nuestra. Tienen que ver con (1) cristianos, no con los que no lo son,
(2) con pecados cometidos contra usted, no contra otros y (3) con la
resolución de conflictos que surgen en el contexto de la iglesia, no en toda la
comunidad. Las palabras de Jesús no son una licencia para un ataque frontal a
cada persona que nos hiere o margina. No son una licencia para iniciar una
campaña destructiva de chismes o pleito de iglesia. Tienen como objetivo
reconciliar a los que están en desacuerdo, de modo que todos los cristianos
puedan vivir en armonía.
Cuando alguna persona nos ofende, con frecuencia optamos por lo opuesto de lo
que Jesús recomendó. Respondemos con resentimiento u odio, buscamos venganza o
chismeamos. Sin embargo, debiéramos ir a esa persona primero, por difícil que
nos sea. Luego debemos perdonarla tantas veces como se necesite (18.21, 22).
18.18 Las
palabras atar y desatar se refieren a la decisión de la iglesia
en los conflictos. Entre los cristianos no hay corte de apelación fuera de la
iglesia. Lo ideal es que las decisiones sean tomadas bajo la dirección de Dios
y basadas en el discernimiento de su Palabra. Los creyentes, por tanto,
tendrían la obligación de llevar sus problemas a la iglesia y esta, a su vez,
de buscar la dirección de Dios para resolver los conflictos. El enfrentar los
problemas dentro del método de Dios tendrá impacto ahora y por la eternidad.
18.19,20 Jesús tiene en mente el día en que estará presente no en cuerpo sino
por medio del Espíritu Santo. En el cuerpo de creyentes (la iglesia), el
acuerdo sincero de dos personas es más poderoso que el acuerdo superficial de
miles, porque el Espíritu Santo de Cristo está con ellos. Dos o más creyentes, llenos
del Espíritu Santo, orarán de acuerdo a la voluntad de Dios, no de acuerdo
a la suya, y sus peticiones serán concedidas.
18.22 Los
rabinos enseñaban que debían perdonar tres veces a un ofensor. Pedro,
procurando ser generoso, preguntó si era suficiente perdonar siete veces, el
número “perfecto”. Pero Jesús le contestó: “Setenta veces siete”. Con esto daba
a entender que no debiéramos ni siquiera llevar la cuenta de las veces que
perdonamos a alguien. Debiéramos perdonar siempre a los que se arrepienten de
verdad, no importa las veces.
18.30 En los
tiempos bíblicos, serias consecuencias esperaban a los que no podían pagar sus
deudas. El prestamista podía forzar al deudor y su familia a trabajar hasta que
la deuda fuera cancelada. El deudor también podía ir a la cárcel, o su familia
podía ser vendida en calidad de esclavos para ayudar a pagar la deuda. Se
esperaba que el deudor, mientras estaba en prisión, pudiera vender sus
propiedades o que sus familiares pagaran la deuda. Si no, permanecía en prisión
el resto de su vida.
18.35 Por el
hecho de que Dios ha perdonado todos nuestros pecados, no debiéramos negarle el
perdón a nadie. Cuando no perdonamos, nos estamos poniendo al margen y por
encima de la ley de amor de Cristo.
JESÚS
VIAJA A JERUSALÉN
Jesús dejó Galilea por
última vez para enfrentar su muerte en Jerusalén. Volvió a cruzar el Jordán,
pasando un tiempo en Perea antes de llegar a Jericó.