Estudio de Mateo 8

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Capítulo 8
8.2,3 La lepra, como lo es el SIDA hoy, era una enfermedad temida porque no había cura conocida. En el tiempo de Jesús, la palabra lepra denotaba varias enfermedades similares, y algunas de ellas eran contagiosas. Si una persona la contraía, el sacerdote lo declaraba leproso y lo alejaban de su hogar y ciudad. Lo enviaban a vivir en una comunidad con otros leprosos hasta que se recuperara o muriera. Cuando el leproso rogó a Jesús que lo sanara, Jesús se le acercó y lo tocó, aún cuando su piel estaba cubierta del temido mal. Como la lepra, el pecado es una enfermedad incurable, y todos lo tenemos. Solo el toque sanador de Cristo puede milagrosamente poner a un lado nuestros pecados y restaurarnos para que podamos vivir en plenitud. Pero primero, al igual que el leproso, debemos reconocer que no podemos curarnos nosotros mismos y pedir a Cristo su ayuda salvadora.
8.4 La Ley demandaba que al leproso sanado lo examinara el sacerdote (Levítico 14). Jesús quiso que aquel hombre de primera mano diera a conocer su historia al sacerdote, de manera que pudiera probar que su lepra había desaparecido totalmente y que por lo tanto podía volver a su comunidad.
8.5,6 El centurión pudo haber dejado que muchos obstáculos se interpusieran entre él y Jesús, como el orgullo, la duda, el dinero, el idioma, la distancia, el tiempo, la autosuficiencia, el poder o la raza, pero no lo hizo. Si no permitió que esas barreras le impidieran acercarse a Jesús, nosotros tampoco debemos permitirlo. ¿Qué lo aleja a usted de Cristo?
8.8-12 Un centurión era un militar de carrera en el ejército romano que tenía unos cien soldados bajo su mando. Los judíos odiaban a los soldados romanos por su tiranía y desprecio. ¡Sin embargo la fe de aquel hombre maravilló a Jesús! La fe genuina de aquel odiado gentil avergonzó la piedad estancada de muchos judíos que eran líderes religiosos.
8.10-12 Jesús dijo a la multitud que muchos judíos religiosos, que podrían formar parte del Reino, serían excluidos por haber perdido su fe. Estaban muy aferrados a sus tradiciones religiosas, al grado que no podían aceptar a Cristo y su nuevo mensaje. Debemos tener cuidado en no encerrarnos en nuestras costumbres religiosas al punto de esperar que Dios obre solo en ciertas formas. No limite a Dios con sus preconceptos y falta de fe.
8.11, 12 “El oriente y el occidente” representan los cuatro rincones de la tierra. Toda la gente fiel a Dios se reunirá en el banquete del Mesías (Isaías 6; 55). Los judíos debían haber sabido que cuando el Mesías llegara, los gentiles participarían también de sus bendiciones (véase Isaías 66.12, 19). Pero este mensaje llegó como un golpe porque estaban demasiado absortos en sus propios asuntos y destino. Cuando apelemos a las promesas de Dios, no debemos apropiarnos de ellas tan personalmente que olvidemos ver lo que Dios quiere hacer para alcanzar a toda la gente que ama.
8.11, 12 Mateo enfatiza que el mensaje de Jesús es para todos. Los profetas del Antiguo Testamento lo sabían (véanse Isaías 56.3, 6–8; 66.12, 19; Malaquías 1.11) pero muchos líderes judíos neotestamentarios optaron por ignorarlo. Cada persona tiene que elegir entre aceptar o rechazar las buenas nuevas, y nadie pasa a formar parte del Reino de Dios por herencia o conexión familiar.
8.14 Pedro fue uno de los doce discípulos. Sus datos aparecen en el capítulo 27.
8.14,15 La suegra de Pedro nos da un hermoso ejemplo. Su respuesta al toque de Jesús fue servirle de inmediato. ¿Ha recibido usted la ayuda de Dios en alguna situación peligrosa o dificultosa? Si es así, debiera preguntarse: “¿Cómo puedo expresar mi agradecimiento?” Siendo que Dios nos ha prometido las recompensas de su Reino, debiéramos buscar formas de servirle ahora.
8.16, 17 Mateo continúa mostrando la naturaleza soberana de Jesús. Por medio de un simple toque, sanó (8.3, 15); a una simple palabra suya, los demonios huyen de su presencia (8.16). Jesús tiene autoridad sobre los poderes satánicos y las enfermedades terrenales.También tiene poder y autoridad para dominar el pecado. Las enfermedades y la maldad son consecuencias de vivir en un mundo caído. Pero en el futuro, cuando Dios limpie la tierra del pecado, no habrá más enfermedad ni muerte. Los milagros de sanidad de Jesús fueron una demostración de lo que el mundo experimentará en el Reino de Dios.
8.19,20 Seguir a Jesús no siempre es fácil. Con frecuencia implica pagar un alto costo y sacrificio, sin recompensa terrena ni seguridad. Jesús no tuvo un lugar que pudiera haber llamado hogar. Quizás para usted el costo de seguir a Cristo será perder popularidad, amistades, tiempo de descanso o hábitos. Pero si bien el costo de seguir a Cristo puede ser alto, el valor de ser discípulo de Cristo es una inversión que repercute por la eternidad y rinde increíbles recompensas.

PODER MILAGROSO DEMOSTRADO EN JESÚS
Jesús terminó el sermón que había dado en una colina cercana a Galilea y luego volvió a Capernaum. Al cruzar con sus discípulos el mar de Galilea, Jesús calma la furia de una tormenta. Pero los discípulos verían otro milagro más, en el territorio gentil de los gadarenos, en el que Jesús ordenó a los demonios salir de dos hombres.
8.21,22 Es posible que este discípulo no estaba pidiendo permiso para ir al funeral de su padre, sino que deseaba esperar que su anciano padre falleciera antes de seguir a Cristo. Tal vez era el primogénito y deseaba estar seguro de recibir su herencia. Tal vez no quería enfrentar el enojo de su padre por abandonar los negocios de la familia para seguir a un predicador itinerante. Sea que se tratara de una seguridad financiera, una aprobación familiar o cualquier otra cosa, no estaba dispuesto a seguir a Jesús en aquel preciso momento. Jesús no aceptó sus excusas.
8.21,22 Jesús siempre fue directo con los que le seguían. Se aseguró de que calcularan el costo de seguirle y que no pusieran condiciones. Como Hijo de Dios, no titubeó en demandar lealtad total. Aun el dar sepultura al muerto no debía tener prioridad sobre sus demandas de obediencia. Su desafío directo nos fuerza a preguntarnos acerca de nuestras prioridades al seguirle. La decisión de seguir a Cristo no debiera ser relegada, aun cuando un acontecimiento importante esté a punto de tener lugar. Nada debiera ocupar el lugar de una entrega total a Cristo.
8.23 Pudo haber sido un bote de pesca porque muchos de los discípulos de Jesús eran pescadores. Josefo, un historiador de la época, escribió que usualmente había más de trescientos botes pesqueros en el Mar de Galilea. Este bote tenía espacio para dar cabida a Jesús y a sus doce discípulos y era impulsado por medio de remos y velas. Durante la tormenta, sin embargo, las velas se bajaban para que no se rompieran y facilitar el control del bote.
8.24 El mar de Galilea posee un caudal de agua poco común. Es relativamente pequeño (21 km de largo por 11 de ancho). Yace 208 m bajo el nivel del mar y su profundidad llega a 48 m. De un momento a otro pueden presentarse tormentas repentinas que agitan las aguas, originando olas de hasta siete metros de altura. Los discípulos se vieron atrapados sorpresivamente por la tormenta y el peligro era grande.
8.25 A pesar de que los discípulos habían sido testigos de muchos milagros, se llenaron de pánico en esta tormenta. Como navegantes experimentados, estaban conscientes del peligro existente; lo que no sabían era que Cristo podía dominar las fuerzas de la naturaleza. Hay siempre una dimensión de nuestras vidas en la que sentimos que Dios no puede obrar o no ha de obrar. Cuando comprendemos bien quién es Él, entendemos que Él calma lo mismo las tormentas de la naturaleza que las tormentas del corazón atribulado. El poder de Jesús que calmó esta tormenta puede también calmar las tormentas que braman en nuestras vidas. Él está dispuesto a ayudarnos si se lo pedimos. No es necesario excluirlo de ningún aspecto de nuestra vida.
8.28 La región de los gadarenos estaba localizada al sudeste del mar de Galilea. El pueblo de Gádara, capital de la región, era una de las diez ciudades (o Decápolis, véase la nota a Marcos 5.20). Eran diez ciudades con gobierno independiente y con población mayormente gentil, lo que explica lo del hato de puercos (8.30). Los judíos no criaban cerdos porque eran considerados inmundos y no los comían.
8.28 Los endemoniados están bajo el control de uno o más demonios. Los demonios son ángeles caídos que se unieron a Satanás en su rebelión en contra de Dios y ahora son espíritus malos a las órdenes del diablo. Ayudan a Satanás a tentar a la gente y desplegar su gran poder destructivo. Pero cada vez que se enfrentaban con Jesús, perdían su poder. Los demonios reconocen a Jesús como Hijo de Dios (8.29), pero piensan que no tienen que obedecerle. Usted puede creer que Jesús es el Hijo de Dios pero creer no basta (véase en Santiago 2.19 mas información sobre la fe y los demonios). La fe es más que creer. Por la fe, debe aceptar lo que Él ha hecho en su favor, recibirlo como el único que puede salvarlo de su pecado y mostrar su fe por medio de la obediencia a su Palabra.
8.28 Mateo dice que eran dos endemoniados, mientras que Marcos y Lucas se refieren sólo a uno. Aparentemente Marcos y Lucas se refieren sólo al hombre que tomó la palabra.
8.28 En concordancia con las leyes ceremoniales judías, los hombres que Jesús halló eran inmundos en tres sentidos: eran gentiles (no eran judíos), estaban poseídos por el demonio y vivían en un cementerio. Jesús les dio ayuda a pesar de todo. No debiéramos dar la espalda a las personas “inmundas” o que nos son repulsivas. Debemos llegar a la conclusión de que cada ser humano es una creación única de Dios que necesita de su amor.
8.29 La Biblia nos dice que al final Satanás y sus ángeles serán echados al lago de fuego (Apocalipsis 20.10). Cuando los demonios le dicen a Jesús que no los atormente “antes de tiempo”, dan a entender que sabían cuál será su destino final.
8.32 Cuando los demonios entraron en los cerdos, estos se despeñaron y cayeron al lago. La acción de los demonios prueba su intención destructiva: como no pudieron destruir a los hombres destruyeron a los cerdos. La acción de Jesús, por contraste, muestra el valor que da a cada vida humana.

8.34 ¿Por qué la gente le pidió a Jesús que se fuera? A diferencia de los dioses paganos que adoraban, Jesús no podía ser contenido, controlado o aplacado. Temían el poder sobrenatural de Jesús, poder que no habían visto nunca antes. Y estaban muy molestos con la pérdida del hato de cerdos y no podían alegrarse con la liberación de los hombres que estaban poseídos por el demonio. ¿Le preocupan mas las propiedades y los programas que la gente? Los seres humanos han sido creados a la imagen de Dios y tienen un valor eterno. Qué necio y cuán fácil es dar más valor a posesiones, inversiones e incluso a animales, que a la vida humana. ¿Permite que Jesús termine su obra en usted?